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William Blake Poeta, nació el 28 de noviembre de 1757 en Londres y falleció el 12 de agosto de 1827 en la misma ciudad. Pintor y grabador inglés, creador de una forma de poesía única acompañada de ilustraciones. De educación fundamentalmente autodidacta, se dedicó con entusiasmo a la lectura, y recibió las influencias del místico alemán Jakob Boehme y de Emanuel Swedenborg. Blake comenzó a escribir poesía a la edad de 12 años. Sus poemas más populares, frescos, directos y notables por su elocuencia, fueron los que se incluían en Canción de inocencia. En 1794, el poeta publicó Canciones de experiencia. Como era su costumbre, adornó los Cantos con dibujos que exigen del lector una visión extremadamente imaginativa de las complejas relaciones entre dibujo y texto. A Blake se le considera prerromántico, pues rechazó el estilo literario e intelectual del neoclasicismo, y su obra gráfica desafiaba las convenciones artísticas del siglo XVIII.

En los denominados Libros proféticos, una serie de extensos poemas escritos a partir de 1789, Blake creó una compleja mitología personal e inventó sus propios personajes simbólicos, que reflejaban sus preocupaciones sociales.

Aparte de sus grandes libros, el poeta inglés escribió otras obras, como Una isla en la luna (1784), una divertida sátira sobre sus primeros años de vida. Además, una colección de cartas y un cuaderno de notas con apuntes y algunos poemas breves que escribió entre 1793 y 1818. Sus últimos años, pasados en la pobreza, fueron aliviados por la amistad de un grupo de jóvenes artistas admiradores de su figura.

La pintura de Blake, basada en visiones fantásticas de rico simbolismo, tiene cierta influencia de Miguel Ángel, por la musculatura de sus figuras y los escorzos a los que las somete. Aplicó su arte pictórico para ilustrar tanto composiciones propias como ajenas: el Paraíso perdido de Milton (una de sus obras favoritas), o Las noches, de Edward Young. La relación que hay entre los poemas y las ilustraciones es compleja y exige imaginación por parte del lector, ya que se basa no tanto en el tema del poema en sí como en la sensación que este transmite.

“Ancient Of Days” pintura de William Blake

 

A la estrella nocturna

¡Tú, ángel rubio de la noche,

ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende

tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona

y sonríe a nuestro lecho nocturno!

Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los

azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado

sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos

al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en

el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos

y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,

te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo

y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.

La lana de nuestras majadas se cubre con

tu sacro rocío; protégelas con tu favor.

El tigre

Tigre, tigre, que te enciendes en luz

por los bosques de la noche

¿qué mano inmortal, qué ojo

pudo idear tu terrible simetría?

¿En qué profundidades distantes,

en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?

¿Con qué alas osó elevarse?

¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte

pudo tejer la nervadura de tu corazón?

Y al comenzar los latidos de tu corazón,

¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?

¿En qué horno se templó tu cerebro?

¿En qué yunque?

¿Qué tremendas garras osaron

sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas

y bañaron los cielos con sus lágrimas

¿sonrió al ver su obra?

¿Quién hizo al cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,

por los bosques de la noche

¿qué mano inmortal, qué ojo

osó idear tu terrible simetría?

Eternidad

Quien así encadenare una alegría

malogrará la vida alada.

Pero quien la alegría besare en su aleteo

vive en el alba de la eternidad.

La primavera

¡Que resuene el flautín

que ahora está callado!

Delicia de las aves

de día y de noche;

el ruiseñor

en la quebrada,

la alondra en el cielo,

festivamente,

festivamente, festivamente,

para darle la bienvenida al año.

El muchachito,

repleto de gozo;

la muchachita,

dulce y diminuta;

el gallo canta

como tú lo haces;

voz alborozada,

barullo infantil,

jubilosamente,

jubilosamente,

para darle la bienvenida al año.

Corderito,

aquí estoy;

acércate y lame

mi blanco cuello;

deja que tironee

tu lanilla suave;

déjame besar

tu suave rostro:

jubilosamente,

jubilosamente,

para darle la bienvenida al año.

La rosa enferma

estás enferma, ¡oh rosa!

El gusano invisible,

que vuela, por la noche,

en el aullar del viento,

tu lecho descubrió

de alegría escarlata,

y su amor sombrío y secreto

consume tu vida.

Revista Escribas