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Universitario de raíces palencanas.


El investigador Yuri Knórosov en su estudio. Foto Archivo

Se creía que los mayas habían adoptado su escritura de la olmeca o de la epi-olmeca. Sin embargo, recientes descubrimientos han llevado el origen de la escritura maya varios siglos atrás. Y parece posible que los mayas hayan sido los que inventaron la escritura en Mesoamérica, de acuerdo a hallazgos en las ruinas de San Bartolo en Guatemala, donde se encuentran jeroglíficos de 400 años a.C.

El primer texto datado con seguridad, y cuyo origen geográfico se considera “seguro”, es la «estela 29» de Tikal en Guatemala, del año 292 d.C. El conocimiento del sistema de escritura maya continuó en los inicios de la época colonial y según referencias, algunos de los primeros sacerdotes españoles que fueron a Yucatán aprendieron su escritura. El padre Diego de Landa, primer obispo de Mérida, escribió que estaba orgulloso de haber quemado una gran cantidad de libros, manuscritos y símbolos redactados en escritura maya, después de que viera que muchos indígenas continuaban con sus creencias que él consideraba bárbaras.

Los jeroglíficos reproducidos por el obispo de Mérida, eran exactamente los mismos que J.L. Stephens había encontrado en los monumentos históricos de la selva en los territorios del sur cuando descubrió Copán en Honduras, el 17 de noviembre de 1839. Eso sirvió para transcribir los calendarios jeroglíficos mayas y los cálculos del tiempo que realizaban los mayas. El libro de Landa fue descubierto en la Biblioteca Real de Madrid en 1869 por Brasseur de Bourgbourg y permitió realizar nuevas hipótesis con respecto a la escritura maya.

Landa registró un glosario de sonidos mayas y símbolos relacionados (conocido como el alfabeto de Landa) que, aunque en un principio fue considerado como fantasioso e inútil por los primeros investigadores en la materia, eventualmente se convirtió en un recurso clave en el desciframiento de la escritura maya.

Landa también se ocupó de crear una ortografía en alfabeto latino para la lengua maya yucateca. Esta fue la primera ortografía sobre las lenguas mayas, de treinta. Se tienen inscripciones procedentes de diferentes lugares y épocas, por lo que no están escritas en el mismo idioma (se tienen inscripciones en yucateco, cholano y tzeltal).

Yuri Knórosov con su gato. Foto Archivo

Solo se sabe de cuatro códices mayas que han sobrevivido a los conquistadores. La mayoría de textos mayas se han encontrado en cerámicas en tumbas, o de monumentos y estelas erigidas en sitios luego abandonados, o tallados antes de la llegada de los españoles.

La escritura maya consiste en un sistema logosilábico, cuyo significado es discutido, pues un símbolo, comúnmente conocido como “glifo”, podía representar una palabra (normalmente un morfema) o una sílaba. Los glifos eran pintados en cerámica, muros o códices; tallados en madera o piedra; o moldeados en estuco.

Por ejemplo, el glifo calendárico MANIK’, se usaba también para representar la sílaba chi. (Por convención se escriben las lecturas logográficas en mayúsculas y las lecturas fonéticas en cursiva (itálica). También, hubo controversia respecto a glifos que se podían leer de la misma manera. Por ejemplo, media docena de glifos, sin relación aparente, se empleaban para escribir el nombre de tercera persona u-, de uso muy común. La escritura maya se escribía usualmente en bloques organizados en columnas de dos bloques de ancho, y se leían de la siguiente forma:

Similar al de la escritura alfabética europea occidental, y usando columnas como las de un periódico actual. Dentro de cada bloque, los glifos eran dispuestos de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, aparentemente casi como los bloques silábicos de la escritura coreana Hangul. No obstante, en el caso del maya, cada bloque tendía a corresponderse con una frase nominal o verbal tal como ‘su tocado verde’. Además, los glifos a veces eran abreviados o condensados, en donde un elemento de uno sustituiría parte de otro. El condensamiento aparece en otras escrituras, como en los manuscritos españoles medievales, la palabra “de” a veces se escribía Ð (una D con el trazo central de una E). A veces, en lugar de la configuración usual de los bloques, se escribían los glifos mayas en renglones o columnas sencillas, o en forma de ‘L’ o ‘T’. Estas variaciones aparecían más frecuentemente cuando se adaptaban mejor al área disponible para escribir.

Los glifos mayas eran básicamente logográficos, es decir, cada símbolo representaba un ente o concepto, como «pescado» o «jaguar». En general, los glifos utilizados como elementos fonéticos fueron en su origen logogramas correspondientes a palabras que en lenguaje hablado eran monosílabos, monosílabos que, terminaban en una vocal o en una consonante débil como y, w, h, o una oclusiva glotal (sonido parecido al de la h en las interjecciones ¡uh!, ¡ah!, ¡eh! del castellano).

Un ejemplo es la evolución a glifo fonético del logograma ‘aleta de pescado’ (en maya: Kah). Este glifo, que puede aparecer en dos representaciones: podía ser el dibujo de una aleta de pescado, o también el de un pescado con aletas prominentes, se convirtió en la representación de la sílaba «ka».

Yuri Knórosov estudiando los codices mayas. Foto Archivo

Estos glifos fonéticos silábicos que surgieron de esta forma tenían dos funciones básicas: por un lado, servían como complementos fonéticos para desambiguar logogramas con más de un significado (esto ocurrió también en la escritura egipcia), y, por otro, se usaban para escribir elementos gramaticales que carecían de logograma, tales como inflexiones de los verbos (en analogía con el japonés moderno). Por ejemplo, BALAM, significando “jaguar”, podía escribirse como un solo logograma, o podía matizarse añadiéndole logogramas fonéticos, según contexto (ba—BALAM, o también BALAM-—ma, o ba—BALAM—ma, donde ba y ma son glifos fonéticos), o incluso podía escribirse de forma totalmente fonética, con tres glifos (ba—la—ma). Los glifos fonéticos representaban sílabas simples abiertas (formadas por consonante+vocal o únicamente vocal).

Sin duda que la comprensión del habla maya es complejo, la mayoría de las palabras finalizan en consonante y no en vocal. También se pueden encontrar secuencias de dos consonantes en medio de una palabra como en Xolte’, “cetro”. Pero, caben destacar los glifos emblemas, un tipo de título real o designación de nobleza. Conformado por la palabra Ajaw, significando “señor”, y un topónimo que precede a esta palabra y funciona como adjetivo; a veces es el adjetivo K’uhul, siendo “divino” o “sagrado”. Por ejemplo el glifo de emblema de Tikal o «Mutal», en la Estela del Museo de Tikal.

Una persona destacada en el estudio de la escritura maya, dedicado al desciframiento de los glifos, es Yuri Knórosov, nacido en  1922 en Járkov, Ucrania, proveniente de una familia de intelectuales rusos quienes se vinieron a esta ciudad de la capital de Rusia de aquel entonces San-Petersburgo en 1914. En 1939, Knórosov ingresó a la facultad de historia de la Universidad de Járkov.
En junio de 1941 la Segunda Guerra Mundial llegó a la Unión Soviética. Los alemanes entraron en el territorio del país, bombardeando Ucrania. En 1943, se dirigió a Moscú, donde se cambió a la facultad de historia de la Universidad Lomonosov. Un año después lo llamaron a una escuela militar de telefonistas cerca de Moscú, donde él estuvo hasta el final de la guerra en 1945. Terminó sus estudios en 1948, especializándose en etnografía.

Se entiende por etnografía, como la “ciencia de los pueblos”, es decir, el estudio de manera sistemática de las personas y las culturas, sobre todo a través de la observación de sus prácticas culturales y sociales. Más que una ciencia en sí misma, se la considera usualmente una rama de la antropología social.

Desarrolló su tesis de maestría sobre el chamanismo de Asia Central, publicando su primer artículo titulado “Mazar Shamun-nabi” en la revista «Etnografía Soviética». Sin embargo, en estos años, él había encontrado en la Biblioteca Nacional las ediciones de la obra de Diego de Landa “Relación de las cosas de Yucatán” y lo tradujo al ruso. También encontró las publicaciones de los Códices mayas e inició el desciframiento.

Knórosov se mudó a Leningrado para trabajar como investigador y curador de la colección asiática en el Museo de Etnografía de los pueblos de la Unión Soviética. Allí, Yuri lleva a fin su trabajo de la elaboración de metodología y de desciframiento de la escritura maya. Éste último, lo hizo contra al escepticismo general.  Él estaba seguro: “Lo creado por una mente humana,  puede ser  resuelto por otra mente humana. Desde este punto de vista no existen y no pueden existir problemas no resueltos en ninguna área de la ciencia”.

En 1952 en la revista “Etnografía Soviética” publica su primer artículo dedicado a los resultados del desciframiento, titulado “Antigua escritura de América Central”. Fue un éxito. Lo comparaban con el francés Jean-Francois Champollion, quien había descifrado la escritura egipcia, pero en realidad el trabajo de Yuri Knórosov tiene un valor mucho más grande. El francés solo comparó una inscripción bilingüe, en cambio el ruso elaboró un método científico de desciframiento de las escrituras antiguas. Aplicó este método  a la escritura maya y obtuvo un resultado fantástico: por primera vez leyó lo que habían escrito los antiguos mayas en sus Códices.

En 1955 pudo aprobar  su tesis  doctoral cuyo  tema  sonaba neutral: “La relación de las cosas de Yucatán de Diego de Landa como la fuente etno-histórica”. Sin embargo, la tarea principal para Yuri Knórosov consistía en hacer evidente  la existencia del Estado maya, y posteriormente la justificación de la presencia de la escritura fonética.

Knórosov puso muy claro cuál era la diferencia entre el desciframiento lingüístico científico, que es la identificación de la correlación entre los signos y la exacta lectura fonética de cada  jeroglífico, y la llamada “interpretación” (intentos de adivinar el significado de los signos separados), lo que era común para los investigadores de ese tiempo, iniciando por Eric Thompson.
Yuri sabía que había que separar dos nociones entre sí, absolutamente distintas: el desciframiento de los antiguos sistemas de escrituras (particularmente el maya) del de los códigos cifrados especialmente. En los textos antiguos los signos llevan el orden natural, sin alteración, pero su lectura está olvidada y el idioma al mismo tiempo es desconocido (muerto) o antiguo. En los códigos cifrados, los símbolos conocidos están sustituidos por otros, su orden está alterado, pero el idioma es moderno y vivo.

Por consiguiente, lo que  tienen en común los dos métodos del desciframiento, es el resultado final: el logro de la comprensión del  texto  escrito. Todo lo demás también tiene importancia: la preparación  académica del descifrador, el volumen del texto necesario para  procesar que tiene que ser suficientemente grande, así como  el enfoque metodológico.

Knórozov publicó su trabajo más importante sobre la escritura maya en el artículo “La escritura de los indígenas mayas”, en 1963. Sus hipótesis de desciframiento fonético rápidamente se divulgaron con gran aceptación en la década de 1970, y posibilitaron la lectura de buena parte de las inscripciones de los antiguos mayas. Knórozov tomó en consideración los manuscritos del siglo XVI, llamados Relación de las cosas de Yucatán, de fray Diego de Landa, como una sólida base sobre la cual realizó sus deducciones. En “Textos desconocidos”, para la serie titulada “Sistemas olvidados de la escritura: Materiales  de decodificación”, publicacada en  1982, es cuando deduce, con apoyo de los textos de Diego de Landa, gran parte de la escritura maya.

El método desarrollado por Yuri Knórosov y aplicado en el desciframiento de la escritura maya, fue también utilizado  para descifrar  la escritura de la Isla de Pascua y los textos Protoindios.
Lo esencial del “Método de Estadística Posicional”, en breve, consiste en lo siguiente: la cantidad de signos en la escritura y la frecuencia de apariciones de nuevos signos en nuevos textos,  determina el tipo de escritura. En el mundo existen tres tipos principales básicos de escrituras, lo que se marca con la cantidad de signos empleados simultáneamente en esta escritura:  ideográfica (más de 5,000-50,000 signos), silábica (80-400 signos) y alfabética (30-40 signos). También existen tipos de escritura mixtos, como la japonesa (2,000 signos). De acuerdo con eso la escritura maya, que contaba con unos 350 signos, presentaba variante de la escritura silábica que conservaba la correlación morfémica.
Knórozov pudo visitar, por primera ocasión, las tierras mayas hasta 1989. Viajó a Guatemala en compañía de la Dra. Galina Yershova y de su esposo, el historiador Guillermo Ovando, pero tuvieron que abandonar el país, tras ser amenazados de muerte. Tres años más tarde, visitó el sureste de México.

Durante la década de 1990, con la colaboración de la Dra. Galina Yershova, preparó un diccionario de glifos mayas-idioma español que contiene mil treinta y cinco entradas. La obra fue presentada en Xcaret en el año 2000, poco después de su muerte. Se tituló “Compendio Xcaret de la escritura jeroglífica maya descifrada por Yuri Knórozov” y se editó en tres tomos. El primer tomo corresponde al diccionario con los glifos dibujados por él mismo, el segundo tomo contiene una reproducción de los códices mayas (Dresde, París y Madrid) y el tercer tomo contiene la transcripción, transliteración y traducción al idioma español de los tres códices.

Durante los últimos años de su carrera, consiguió tres reconocimientos importantes, entre ellos: la orden del Quetzal, recibida en Guatemala, en 1991 y la orden mexicana del Águila Azteca, recibida en la embajada de México en Moscú, en 1994.

En septiembre de 1992 le preguntaron a Yuri Knórosov qué sitios arqueológicos le gustaría conocer en su primera visita a México. Respondió: “¡Palenque!”, en primer lugar. Una de las muchas revelaciones que aparecen en su nueva biografía es que deseaba encontrar “la madriguera de la reina”, la última gobernante femenina de la gran ciudad durante la época clásica de los mayas. Entonces, nadie imaginaba la existencia de la tumba de la Reina Roja que descubrieron, dos años después, los arqueólogos Fanny López Jiménez y Arnoldo González Cruz.

El proyecto Arqueológico Palenque. Foto INAH

Cuando nadie soñaba aún con el hallazgo del sarcófago en el Templo XIII de Palenque, él ya investigaba al personaje cuyo nombre encontró en la famosa lápida de Pakal, ubicada en el Templo de las Inscripciones: “Bella Guacamaya” o “Guacamaya Blanca”.

En su libro “El último genio del siglo XX, Yuri Knórosov” (Ediciones Akal), Galina Ershova, narra la vida del etnólogo y lingüista, experto en escrituras antiguas, que hizo posible el desciframiento de la escritura maya. Comparte documentos inéditos como una carta manuscrita de 1991, donde el doctor describe el momento en que entendió la existencia de esta mujer. Según el texto del sarcófago de Pakal en la lectura del científico, Guacamaya Blanca se casó con el célebre gobernante, gobernó ella misma y, al morir, con ella “se acabó el linaje del jaguar”. La Guacamaya Blanca o Reina Roja era una de las personas favoritas de Knórosov: “La entendía, la admiraba y sentía compasión por ella”, asegura la historiadora.

El doctor quería ir a Palenque con la esperanza de encontrar “la residencia de la Bella Dama” y el enigma, asegura Galina, no lo dejaba en paz. Había leído en el Edificio E del Palacio, la inscripción: “Se sentó la alta /Señora gobernante/ La Mujer guacamaya/ (Del Clan) del antepasado gobernante”.

En 1995, durante el III Congreso Internacional de Mayistas, celebrado en Chetumal, recibió un homenaje por parte del Congreso Estatal de Quintana Roo. Junto con Yershova, criticó el trabajo de los epigrafistas estadounidenses, pues consideró que estaban realizando más interpretaciones que lecturas de los glifos.

Falleció el 30 de marzo de 1999, a consecuencia de un derrame cerebral y una neumonía, provocada por permanecer en una camilla en el pasillo helado de un hospital en San Petersburgo.

De sus últimas palabras: “¿Que si agradezco a la vida? Probablemente (…) La ingratitud es el fin de todo. La gratitud es aquella cuerda celestial que une las generaciones. Sin gratitud todo pierde sentido. Y queda únicamente el silencio mortal de la soledad”.

 

Bibliografía

Centro de Estudios Mayas Yuri Knórosov. (s.f.). Yuri Knórosov. Recuperado el febrero de 2021, de Centro de Estudios Mayas Yuri Knórosov: http://cemyk.org/pages/es/yuri-knorosov.php

CONACULTA. (s.f.). ¿Un ruso maya? La historia de Yuri Knórosov. Recuperado el febrero de 2021, de WikiMéxico: http://www.wikimexico.com/articulo/Un-maya-ruso

Malvido, A. (10 de febrero de 2021). La Reina Roja de Knórosov. El Universal.

Pueblos Originarios. (s.f.). Yuri Valentinovich Knórosov. Recuperado el febrero de 2021, de Pueblos Originarios: https://pueblosoriginarios.com/biografias/knorosov.html

Revista Escribas