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Rafael Molina Matuz

Rafael Molina Matuz es originario de Tapachula, Chiapas. Estudió la licenciatura de economía en la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional, con la tesis: Nuevo Sistema de Control del Gasto Público. Es Socio del Colegio Nacional de Economistas y de la Liga de Economistas Revolucionarios de la República Mexicana. Es Autor de las estampillas postales de la serie: “México Exporta” que circularon por más de veinte años. Fue Secretario Privado del Gobernador de Chiapas Juan Sabines Gutiérrez y se desempeñó como Director del Centro de Estudios, Políticos, Económicos y Sociales (CEPES). Molina Matuz ha publicado seis libros: “Salvemos a la Serpiente”; “Vocablos, modismos y barbarismos del Xoconochco”; “Fraseología cinematográfica I y II”; Polianecdotario chiapaneco”; Chiapanecos en la Reforma” y “Apuntalemos los andamiajes del Alma”. Ha sido Coordinador operativo de la Feria Internacional del Libro Politécnica, que se ha celebrado en Tuxtla Gutiérrez: 2010, 2011 y 2013. Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio “Deidades”, otorgado por la Asociación de Libreros del Estado de Chiapas A.C. por mejor promotor cultural 2011; Galardonado con “El Manatí” 2016, por la Asociación filantrópica Manatíes del Grijalva, por liderazgo social; Presea “Amalia Solórzano” 2019, por destacado gremialista, otorgado por la Confederación Nacional de Egresados del Instituto Politécnico Nacional; En el 127 aniversario de haberse declarado a Tuxtla Gutiérrez capital de Chiapas; se le entregó un reconocimiento como activista cultural, por el H. Ayuntamiento y la Fundación general Ángel A. Corzo Castillejo, le entregó en este año un pergamino de reconocimiento por sus tres décadas como promotor artístico-cultural. Actualmente Preside la Asociación de Egresados del Instituto Politécnico Nacional en el estado de Chiapas y el Movimiento Ciudadano por la Cultura A.C.


Personajes Populares de Tapachula (1940 – 1960) segunda parte

Collage. Sariego Vega

ABRAHAM CARBALLO.

Posiblemente don Abraham era originario del norte de Chiapas. El Carballo abunda en Pichucalco. En Tapachula es muy raro encontrar familia con este apellido, salvo claro está, sus descendientes que ya nacieron aquí.

Era un hombre alto de poco más de cuarenta años, cuando todos los días acudía a la Administración de Correos a recoger unos pesados paquetes que le enviaban del Distrito Federal. Siempre iba en bicicleta y usaba en la manga del pantalón del lado derecho, el clásico pancle; gancho con figura de herradura que servía para enrollar la valenciana y evitar se atorara con la cadena de la bici.

Hubiera sofocante calor de más de cuarenta grados o torrencial aguacero, eso no arredraba a nuestro personaje que puntual acudía por sus bultos y los colocaba en la parrilla, bien amarrados para evitar se les cayera; ya que eran varios.  ¿Que contenía ese pesado cargamento? se preguntarán. Pues nada más y nada menos que periódicos nacionales y revistas de todo tipo.

Era el distribuidor exclusivo del Excélsior, el Universal, El Esto, La Afición, El Policía, El Santo, Siempre, Lagrimas, risas y amor, Memín Pinguin, Tawa, Chanoc y tantas otras que hacían las delicias de quienes las adquirían, por ello, don Abraham era famoso.  Gracias a él, mi tío Antero se enteraba de los deportes, sobre todo el box del que era muy aficionado; mi amigo Tito Acuña, ya le interesaba la política y estaba al tanto a través de la revista Siempre; mi hermana Tere no se perdía un número de Lágrimas, Risas y Amor, en fin, los tapachultecos acudían al expendio de don Abraham, por el periódico o revista de su preferencia.

Por alguna razón, hubo ocasiones que no acudía por su paquetería y lo suplía su hijo, posiblemente el más joven, alto, flacucho, desgarbado. Con el tiempo, este amigo desaliñado, llegó a ser uno de los escritores y periodistas que les dieron lustre a las letras tapachultecas: Marco Aurelio Carballo, quien murió muy joven, pero dejó un legado literario importante. Público una decena de libros, entre cuentos, crónica novelada y su leída columna “Un gramo de a libro”.

Plaza de Toros de Tapachula. Archivo

“LA GÜERA PALOMEQUE”

Estaba por finalizar la última parte de los años cincuenta y con frecuencia llegaban a Tapachula caravanas de artistas y deportistas promocionando determinado producto.

El lugar que se prestaba a esos espectáculos, además era el único, era la Plaza de Toros “La Bien Pagá” propiedad del empresario y ganadero Marcial González, quien tenía criadero de animales de lidia con la divisa: “Toros de Coapantes”

En ese coso se presentaban luchadores de la talla de: El Santo enmascarado de plata; Blue Demon; Tonina Jackson; Cavernario Galindo; Sugi Sito; Médico Asesino, Black Shadow; Gory Guerrero, El Elegante y otros que desafortunadamente no recuerdo, pero que nos hacían vibrar de emoción con las patadas voladores, el tirabuzón, el caballo, la quebradora y otras “llaves” que ejecutaban a la perfección.

Cuando la función era boxística, también el respetable se manifestaba en las taquillas en forma masiva para admirar a José “Toluco” López, Fily Nava, Raúl “Ratón” Macías, José “Huitlacoche” Medel, Ricardo “Pajarito” Moreno y desde luego al ídolo de Tapachula Babe Solís. No cabe duda que nuestra generación fue muy afortunada por conocer, admirar, aprender de esos ídolos del box y lucha libre.

Pero también engalanaron con su presencia a la población tapachulteca artistas del cine y la radio. Año con año se presentaba la Caravana Superior trayendo en su elenco a Pedro Infante, Amalia Mendoza “La Tariacuri”, Lola Beltrán, Cuco Sánchez, “Ferrusquilla”, José Alfredo Jiménez y a cómicos que ya empezaban a descollar como Mario Moreno “Cantinflas”, Adalberto Martínez “Resortes”, Fernando Soto “Mantequilla”, “Chaflán” * etc. etc.

Este preámbulo, es para enmarcar el entorno que se vivía y respiraba en Tapachula de aquellos benditos años. Por ello, cuando se supo que la joven Güera Palomeque, auténticamente huacalera, iba a presentarse como cantante alternando con esa pléyade de artistas, el pueblo se volcó para presenciar el debut de la conocida paisana.

Fue un éxito, apoteótico, colosal. La gente se le entregó apasionadamente a tal grado que, al término de la gira, el artista y cantante Fernando Casanova “El Águila Negra” la invitó para que fuera a probar suerte a la Ciudad de los Palacios: el Distrito Federal. Fue todo un acontecimiento. Durante varios días en todas partes no se hablaba más que de este hecho inédito: La jovencita un día regresará como afamada artista.

Transcurrieron muchos años y no se supo el destino de nuestra conciudadana.  Por ahí se dejó escuchar un disco con la canción “La Tequilera” interpretada por Paloma Díaz, nombre artístico que le habían endilgado. No creció artísticamente o no tuvo un buen representante, pero el caso es que regresó al terruño sin haber saboreado las mieles de la fama.

Se malogró una potencial cantante que bien pudo haber dado lustre a la canción ranchera; ya que cubría el perfil: porte, presencia, buena y afinada voz ¡Lástima!

  • Se ahogó en el mar de San Benito.

Futbol llanero. Archivo

“EL CHACA CHACA”

Definitivamente un merecido lugar privilegiado en esta serie Personajes populares de Tapachula, lo tiene el Lic. Jesús Ruíz Gordillo, abogado litigante, catedrático, entusiasta promotor deportivo, carismático y excelente amigo.

Aparte de su profesión, tenía una pasión por el fut bol y gracias a él surge el equipo representativo de la Secundaria Nocturna, “El Búhos” tanto de segunda como de tercera fuerza, en este último yo militaba. Ambas oncenas las registró en sus correspondientes ligas para participar por el campeonato.

Por su parte, también la diurna contaba con sus respectivos equipos, por lo tanto, existía una rivalidad deportiva que se manifestaba en las tribunas cuando nos enfrentábamos entre sí.

Debo aclarar que mientras a la Secundaria diurna los patrocinaba el Lic. Mauricio Ladrón de Guevara, delegado del Tribunal Superior de Justicia en Chiapas, originario de Jalisco y les proporcionaba elegantes uniformes, así como el pago de los arbitrajes; los Búhos, liderados por el Lic. Ruíz Gordillo, sufríamos cada semana para cubrir el costo del árbitro. Los uniformes los adquirimos con sacrificios, cada uno de nosotros. Un símil de América y Atlante.

Por lo anterior y sorteando todos los riesgos a que se exponía, el maestro ideó la manera de obtener recursos de la propia comunidad estudiantil a quien impartía clases e invertirlos en Los Búhos. Una noche nos comunicó lo siguiente: “El próximo domingo tendremos juego. Por lo tanto, voy a realizar un examen parcial mañana miércoles al estilo UNAM.  Quienes deseen aprobar traigan veinte pesos”

Efectivamente llevó a cabo lo anunciado y las preguntas fueron: 1.- Cuál es el título del libro que utilizamos en esta clase?  2.- Nombre del autor? 3.- Cómo se llama la materia? 4.- Nombre del maestro que la imparte. El examen fue oral e íbamos ingresando al salón uno por uno, conforme a la lista. Una vez examinados, nos indicaba que tomáramos asiento: negó la salida para no soplar a los condiscípulos que aún no pasaban.

¡Para Ripley! La mayoría no respondimos correctamente las cuatro preguntas. A la que más le atinamos fue a la tercera: Civismo. La cuarta todos dijimos: Chaca Chaca, pues así se le reconocía. Algunos acertaron la primera: El hombre y la Sociedad y otros a la segunda: Felipe López Rosado. Conclusión: Pagamos los veinte pesos, nos convocó para que fuéramos a echarle porras a nuestro equipo y obviamente nunca hubo “pruebas” por si alguno quería acusarlo. ¡Magnífico abogado, CHINGON!

Donde quiera que se encuentre, agradezco a mi inolvidable y muy querido maestro sus enseñanzas, su paciencia, su don de gente, sobre todo, haberme permitido ser su amigo. Gracias, muchas gracias. Que en Gloria esté.

FERNANDITO.

El Dr. Alfonso fue un reconocido cirujano que tuvo su sanatorio llamado “Díaz Bullard” que eran sus apellidos, en la esquina de la Calle Central Poniente y la 8ª. avenida norte. Se distinguía porque siempre andaba con su bata blanca, su estetoscopio al cuello, pero más que nada por su cabeza sin cabello, pelón completamente, a la Yul Brynner, actor del cine norteamericano.

Ni duda cabe que era una persona emprendedora y con visión de negocios, en virtud que también era propietario de los dos cines que existían: El Figueroa y el Tapachula. Por eso, todos los días se veía en el aeropuerto a su hijo Fernando, a quien cariñosamente le llamaban por su diminutivo: Fernandito. Iba a recepcionar los carretes de películas que llegaban vía aérea debidamente enlatadas, para ser exhibidas en ambas salas cinematográficas, al mismo tiempo, depositar las que regresaban al Distrito Federal, toda vez que habían sido utilizados. Era una constante.

Resulta que la fama del personaje en cuestión, era porque le gustaba invitar a jovencitos para ir al cine de gratis, ya estando en su terreno, se las ingeniaba para embaucarlos, le hicieran “el favor” y de esta manera se cobraba. Al cerrarse al público los cines, quien sabe qué camino tomó.

En cambio, el Doctor Alfonso, llegó a ser Presidente Municipal e incluso escribió dos libros uno de los cuales llevaron al cine: La Choca*, cuya protagonista fue Pilar Pellicer.

* Que solamente ve con un solo ojo.

PEPE. “EL JUDAS”

Sus pupilos le llamábamos Pepe, se nos facilitaba, amén que por respeto a nuestro entrenador de fut bol no podíamos decirle Judas, que era su apodo y por el cual todos lo conocían.

Era tío de Rubén Darío, compañero de la secundaria nocturna e integrante del equipo Búhos de tercera fuerza, en el cual militábamos; por intermediación de Rubén, de golpe y porrazo se convirtió en nuestro flamante entrenador.

Pepe era un tipo que no se le conocía algún oficio, vivía a expensas de su hermana, casada con el mejor sastre cortador de Tapachula y lugares circunvecinos, por ello, cuando supimos que iba a ser nuestro técnico, no faltó quien hiciera escarnio de él y otros, como yo, no le auguramos mucho tiempo como tal.

¡Qué chasco nos llevamos! Asumió su responsabilidad de tal manera que parecía que le pagaban por entrenarnos. Le tomó al equipo mucho cariño y por ende a los equiperos. Nos citaba lunes, miércoles y viernes a las seis de la mañana en el campo deportivo “Alejandro Córdova”; conforme íbamos llegando nos ponía a trotar para aflojar los músculos, decía, después venía una serie de ejercicios de calistenia, empezando por saber respirar, antes de terminar nos hacía que jugáramos un partido interescuadras y sobre la marcha nos reconvenía como hacer mejor las jugadas. Por último, nos pedía nos acostáramos boca arriba, que no pensáramos en nada, que nuestra mente estuviera en blanco y solamente tratáramos s de visualizar el número ocho. ¡Uta! Qué ejercicio mental.

La dupla Chaca Chaca* y El Judas era para temerles. Ambos sufrían durante los encuentros que sosteníamos; se encabronaban cuando perdíamos, pero gozaban cuando nos levantamos con el triunfo. Los Búhos de la segunda fuerza también recibieron enseñanzas del mejor entrenador del mundo: José Pepe Anaya.

*Chaca Chaca. Apodo del Lic. Jesús Ruíz Gordillo, fundador del equipo.

CÁRMEN CHICHIGIO.

El PECH son las siglas del Partido Evolucionista Chiapaneco de consumo local, es decir, solamente tenía presencia en Tapachula. Su presidente lo fue el señor Lic. José Vélez Corona*, propietario del hotel Lindavista, ubicado sobre la 1ª calle oriente y 3ª avenida norte. En la esquina se levantaba una construcción hecha de pura lámina conocida popularmente como El Castillo Verde, porque este color predominaba.

En este punto, nuestro dilecto amigo Jorge López Ventura, acota: La realidad es que ese armatoste fue hecho por ingleses que llegaron a comprar guineo de la región; en la parte más alta estaba instalada la deshidratadora y lo que posteriormente se conoció como hotel, habían sido dormitorios y oficinas utilizados por los propios súbditos de la monarquía británica.

Frente a este edificio estaban instaladas la oficina del Partido y en ella despachaba y atendía a sus simpatizantes la secretaria Carmen Chichigio** quien se distinguía por su fisonomía: no muy alta, delgada, corte de cabello corto y de cierto aspecto hombruno.

Era lo que comúnmente conocemos como mil usos; ya que abría en punto de las ocho el local, barría, trapeaba, hacía y recibía llamadas por teléfono, expedía credenciales, tomaba dictado de su jefe, escribía a máquina e iba hacer labor de gestoría a diferentes dependencias. ¡Y todo por el mismo sueldo y lealtad a su instituto político!

Quien cubría los gastos para mantener al PECH, era el Lic. Vélez, lamentablemente fue objeto de una emboscada y lo asesinaron a balazos al salir en su vehículo del estacionamiento de su propio hotel, a escasos cincuenta metros del Partido Evolucionista Chiapaneco.

Nuevamente López Ventura, agrega: Vélez Corona llegó procedente del centro del país y casó con una dama de familia prestigiada en diversos círculos de la sociedad. Fue apasionado de la política, escribió para el periódico local Diario del Sur, impartió cátedra de Historia en la Miguel Alemán; llegó a mencionársele como futuro aspirante a la presidencia municipal.

El móvil del crimen no se supo a ciencia cierta. Se llegó a especular que su esposa, por celos, fue la autora intelectual y por otro lado, que personajes envidiosos habían urdido el complot, para sacarlo de la jugada. Estos sí, por celos políticos.

De Chichigio se desconoce su paradero.

* Después de un excelente trabajo de investigación, el Lic. Manuel Tomasini Ocaña, logró obtener el nombre.

**El nombre completo lo proporcionó gentilmente Jaime Cruz Anaya.

“TIPITÍN”

De los jóvenes alumnos, pocos o tal vez todos, desconocían su nombre y apellidos de pila del afamado maestro de música Tipitín. En mi caso particular, confieso que tampoco lo tenía registrado.

No fue hasta que leí el bien documentado libro Memoria de marimbistas* cuyo autor es el activista cultural Raúl Mendoza Vera, que en la página 78 cita: refiriéndose a la llegada de la marimba orquesta la Carta Blanca, procedente de Tuxtla Gutiérrez “En Tapachula de principios de los años 50 no contaba con marimbas orquestas, solo se conocía la formación de cuartetos con fuerte influencia de la marimba guatemalteca.

Los grupos a los que se enfrentaron fueron el de los Chatos, los Rosales, Alma Mexicana y desde luego al Maestro Ricardo Córdova Cosar, mejor conocido como “Tipitin” un comiteco que radicaba desde hacía varios años en el Soconusco, desde los años 40 y que además de dirigir la marimba “Conjunto Córdova” se dedicaba a dar clases de música en la preparatoria y otras escuelas de Tapachula” Termina la cita.

Como pueden darse cuenta, los que han tenido la paciencia de leer estas notas, que el dicho: “El que persevera alcanza” es muy cierto. Después de muchos años alcance a conocer nombre y apellidos de nuestro personaje.

El alias, con toda seguridad y sin temor a equivocarme, se lo ponen porque gustaba de enseñar y tocar el vals Tipitin, compuesto por María Grever, El Ruiseñor Mexicano.

A uno de los salones de clases de la Preparatoria de Tapachula, se le impuso su nombre. Merecido homenaje. Ojalá lo conserve

 

 

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