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Joshua Abenamar Balcells González

“…una irreverencia exigente es la fuerza creadora y protectora de la libertad humana, de la misma manera que lo contrario es la fuerza creadora, sostén y defensa de todas las formas de esclavitud humana, física o mental…”
Mark Twain
“Todo lo que se ignora se desprecia…”
Antonio Machado

Cultura es el conjunto de conocimientos, conductas y productos que identifican a un grupo social. También refiere a las prácticas y productos que emanan de las bellas artes, las humanidades y las ciencias. Es un concepto central que permite caracterizar comportamientos y cambios sociales a través del tiempo. Emplearemos el término para versar en torno a las múltiples expresiones, al fin y al cabo culturales, que indican la ausencia de comportamientos relacionados con las artes y las humanidades. Conviene aclarar que cultura no es sinónimo de turismo2 aunque si podemos hablar de una cultura del turismo.

A través del texto sostengo que pese a la cantidad y diversidad de recursos patrimoniales de carácter natural e histórico-social, como parte de un reflejo humano global, Palenque se encuentra abandonado en cuestiones artísticas y ecológicas, situación que refleja la crisis educativa y por tanto humanística que impera. Bajo este fragmentado clima social, el municipio continúa sumergido bajo la constante de la ignorancia, dentro de una transformación política que no podrá cobrar sentido de concreción sin la movilización de los grupos. Además, si analizamos el discurso que versa de un municipio con una industria turística “en apogeo”; con “un presente progresista y un futuro prometedor” que cobija uno de los sitios arqueológicos (patrimonio cultural3 de la humanidad) más emblemáticos del mundo; y con un “parque nacional” de supuesta excepcionalidad; el resultado es contradictorio. ¿Cómo explicar el estado precario de la conciencia histórica, la cultura y la ecología4 de Palenque? Es más, ni el estado de la economía permite sostener este paradigma. Se proyecta sobre la derrama económica y el supuesto bienestar que genera la industria turística pero el análisis alumbra un sistema de producción, distribución y consumo amorfo, poco sistemático, corrompido, con ingresos y egresos que no permiten elevar la calidad de vida o siquiera humedecer las necesidades inmediatas de todos los estratos (alimentación, educación y salud). Si a ello sumamos el triste nivel educativo del municipio, la automatización tecnológica global, el bombardeo mediático de las macro-economías, el contenido-consumo efímero y la dependencia de relaciones sociales sobre el mundo virtual que ofrecen las redes sociales, este contexto concluye por determinar que las expresiones y productos artísticos sean vistos como algo rupestre, subversivo, irrelevante, ajeno, lejano e innecesario para el desarrollo humano: la cultura de la incultura.

Educación, cultura, contracultura y leyes: un panorama parcial

En otros países la incorporación de contenidos-prácticas culturales dentro de los sistemas de educación y esparcimiento ha funcionado como precursor de bienestar social: relaciones civiles-laborales sanas y crecimiento económico. En México, para elevar la calidad de la educación en los últimos sexenios se han destinado esfuerzos y miles de millones de pesos para refundar nuestros sistemas de enseñanza y aprendizaje. Al parecer todo ha sido inútil porque seguimos suspendidos en la ignorancia y propensos al abuso social masificado.

Las reformas educativas y culturales (laborales o no) suponían la transformación de la enseñanza y el aprendizaje, pero jamás pudieron ponerse de acuerdo “el extinto” gobierno federal priista, los partidos políticos, los sindicatos, los maestros, los medios de comunicación y el resto de la sociedad. En tiempo electoral, todos los frentes entraron a una guerra sin sentido y secuestraron un fragmento de la esencia educativa: el desarrollo social y humanístico del país. En el caso de la cultura, se aglutinarían en una nueva secretaría todas las entidades y organismos gubernamentales de este orden (escuelas, museos, bibliotecas, educación, etc), bajo el argumento de un mejor control y un gasto público más efectivo. Nunca sucedió. Con el cambio sexenal tampoco se ha podido concretar una transformación de fondo y muchos de los directivos (y sus protegidos), responsables de la inútil gestión anterior, siguen dentro de las instituciones, como el caso del INAH donde el tiempo se detuvo coqueteando entre los siglos XIX y el XX.

Sobre los programas para la producción-desarrollo-consumo cultural no están bien orientados y se han dejado a la deriva dentro del sistema de recorte presupuestal, como si no bastase la reducción del espectro a las grandes capitales estatales y la Ciudad de México. Nótese la noción de capitales de la cultura versus periferia. Aquí la situación es peor porque contando con los recursos humanos y capitales a mano, la postura centralista tampoco ha garantizado un acceso equitativo a los recursos y formas de vida alrededor de las artes, las humanidades y las ciencias. Adviértase el caso de Tuxtla Gutiérrez, o lo que queda de aquella ciudad. En los contextos provinciales de estados como Chiapas, la situación de la cultura ha quedado relegado a un plano residual, donde la producción de las minorías, llámense culturas populares, solo cobra fuerza dentro de un ejercicio de simulación retórica que pretende reforzar la identidad, pero que en el fondo únicamente pretende estimular la producción artesanal siempre y cuando sirva como puntal de la industria turística (lo cual no es descabellado per se, sino por la intención de simular y oscurecer la diversidad de otros ambientes culturales). De esta manera quedan fuera las expresiones artísticas y artesanales contraculturales5 cuyo trasfondo también pretende elevar (justamente) las formas económicas de subsistencia, pero también incentivar el mero placer del artista y el espectador para encumbrar la calidad de vida y convivencia social.

Con “la nueva” Ley de Cultura y Derechos culturales no se logró garantizar que la Federación, las entidades federativas y los municipios (como Palenque, Chiapas) promovieran la intervención corresponsable de la sociedad en la planeación y evaluación de la política pública en materia cultural. Con la re-instalación de la educación y la cultura oficial, estos campos alcanzaron la hiper-macro-mega-centralización, se comercializaron y se alejaron de la producción de utensilios para el desarrollo y el progreso social del país, dando lugar a la cultura de lo “pinche”, es decir lo derogable.

En Chiapas, también como reflejo global, el desgaste del paradigma educativo y cultural es evidente porque miles de personas han decidido no estudiar, dejar sus estudios o abandonar las artes como medio de expresión en vista de que las generaciones anteriores (como ejemplo) se encuentran en la miseria, desempleadas, o bien porque la formación académica y artística de las personas no ha impactado en un mejor ser humano, en lo mínimo les ha permitido destruir su propia humanidad. Entre otras cosas, por ejemplo, convertido en un académico asalariado racista y egoísta.

Espacios culturales y expresiones artísticas

Un centro cultural reúne espacios en los que se forman, producen y divulgan procesos de desarrollo cultural que permitan mantener el carácter diverso de la sociedad. En dicho centro se incluyen bibliotecas, audiotecas y videotecas, teatros, salas de proyección y espacios multifuncionales donde se llevan a cabo talleres-exposiciones de danza, literatura, cine, teatro, dibujo, pintura, escultura, música, artes plásticas y escénicas. No menos importante la presencia de actividades de investigación histórica-artística accesibles para la comunidad. Este tipo de espacios permiten la preservación de la cultura local y garantizan el contacto regional y mundial. Además, elevan el intelecto, mejoran y hacen más placenteras las formas de vida de todas las edades y estratos sociales.

Ahora bien, Palenque, el pueblo mágico y la próxima panacea de la industria turística del mundo maya; el pueblo que supone la cuna de juventud del presidente de la república, ese pueblo, carece de un centro cultural, de un museo y de mecanismos municipales y federales mínimos que permitan elevar el intelecto de adultos, el derecho a una vejez nutrida en contenidos recreativos y la apertura del candado que asegure la formación intelectual integral de las próximas generaciones. Se presume la existencia de la “Casa de la Cultura Fray Pedro Lorenzo de la Nada” pero la verdad es que incluso al dominico le daría vergüenza el estado deplorable de las instalaciones y los “procesos” de producción-reproducción cultural que allí se gestan.

La proyección y materialización de un proyecto cultural como tal, representa quizás la última oportunidad de rescatar y proyectar el talento artístico, científico y humanístico de los palencanos. No menos importante la vinculación de la industria turística con la cultura local, dando lugar a una la instrumentación económica que constantemente se rompe al salir de la zona arqueológica. En Palenque es necesario rescatar la cultura musical de la marimba; elevar la calidad y el estatus artístico al pirograbado maya y la lapidaria en piedra caliza; los diversos trabajos artesanales hechos en gamuza; la técnica de teñido y encerado batik; del rico arte culinario de la selva, entre otras expresiones de cultura popular y artesanal.

También debemos dar paso a otras expresiones universales emanadas de las bellas artes y las locuciones contraculturales. Palencanos que no han tenido oportunidad de viajar a las grandes urbes del país y/o al extranjero no saben de artes escénicas, de una obra de teatro, de festivales de cine de arte, de cortometrajes, de conciertos masivos alternativos, del folclor elevado a obra de arte en resistencia, de estudios de grabación, de exposiciones de pintores clásicos y alternativos, de marchas masivas en rebeldía, de encuentros feministas, de espacios para el grafiti, de arquitectura neo-clásica o de vanguardia, de bibliotecas digitales, de observatorios astronómicos y parques de ciencias, etc. Gobiernos municipales, estatales y federales van y vienen, y lo que menos les importa es garantizar un estado de derecho en plenas facultades culturales ¿Hasta cuándo vamos a seguir alejados de las expresiones culturales saludables? ¿Hasta cuándo nos van a dar por cultura la supurante Feria Santo Domingo y el necrosado Festival de la Cultura Maya?

Patrimonio cultural arqueológico

El paradigma de las declaraciones patrimoniales como motor de conservación-desarrollo humano, ecológico y económico también ha fracasado en lugares como Palenque. El INAH es uno de los institutos más desfigurados y que peor funcionamiento tiene en Chiapas frente a otros organismos. Retos institucionales en esta materia son: la supresión de gastos en burocracia, más inversión, efectividad y diversidad para la investigación-difusión patrimonial; disminución de poder político y económico de los administradores; que las direcciones y subdirecciones sean ocupadas por chiapanecos preparados vía concurso trasparente y no por dedazo; la erradicación de grupos de poder que controlan regiones culturales; la urgente ubicación y re-ubicación de los servidores públicos emplazados6; sanear las nóminas de amigos y familiares dentro del organismo; frenar los privilegios, lujos y chantajes sindicales; sanear las relaciones con las universidades públicas; la inclusión de estudiantes y profesionistas chiapanecos dentro de los programas de acción y contratación patrimonial.

En artículos anteriores he detallado el estado precario de operación de la Zona Arqueológica. Directivos, administradores y responsables de proyectos arqueológicos y conservación no han sabido afrontar los retos-problemas que plantea la cotidianeidad del patrimonio cultural, el crecimiento demográfico y el estado frágil del municipio7. Estos grupos han mirado por años hacia otro lado para roznar frente a la integración-responsabilidad social de los palencanos en la gestión de su patrimonio; ignorar los fines educativos-identitarios-lúdicos de la cultura arqueológica; olvidar la función socio-económica integral de la cultura patrimonial; y evitar la transparencia pública presupuestal bajo proyecciones éticas. Este personal ha encontrado en la institución la romería perpetua con el financiamiento y la facturación, un modo de vida profesional-egoísta, barroco y gandul versus la ignorancia y la miseria cultural del municipio. A lo largo de 30 años, la administración, investigación y conservación arqueológica de Palenque se convirtió en un financiamiento del Estado para proyectos personales y modos de vida de un grupo reducido de académicos. Una actividad orgánica que durante los últimos cuatro sexenios ha legitimado el estado precario de las cosas a través de la tergiversación de la información. No se niegan los avances en investigación-conservación arqueológica del pasado, se denuncia que vienen de más a menos, que imperan grupos exclusivos, cerrados y corruptos, con criterios discutibles, y que además impiden la entrada de nuevas generaciones de investigadores, especialmente chiapanecos.

La zona figura como un espacio clave para el desarrollo cultural, ecológico y económico. Por ello resulta preocupante el abandono institucional, el abuso académico y la desidia de los habitantes frente a la gestión de este patrimonio. Ignorar estos problemas y dar continuidad a los directivos y académicos actuales, sería proceder de manera negligente, como en las últimas décadas.

Ecología

Gobierno federal y estatal, Ayuntamiento, empresas y población civil tenemos una deuda pendiente con Palenque. Es necesario desarrollar y financiar un programa para tratar y disminuir el impacto de las aguas residuales y mejorar el sistema de drenaje que contamina el río Chacamax, el río Michol y el área del supuesto parque nacional. No menos importantes los diversos arroyos yacientes, algunos ya en estado irreversible, que surcan la planicie de Pakal Ná o bien las áreas de lomeríos de la cabecera. A ello hay que sumar el progresivo deterioro de los mantos acuíferos en áreas ejidales. Hacia el poniente tenemos el caso de los ríos y arroyos Agua Blanca y Miraflores que tributan al Michol para desembocar en el río Tulijá. Hacia el oriente los ríos Xupá, Chancalá, Chocolhá y todos los escurrimientos que desembocan en el río Usumacinta. A ello debemos agregar que carecemos de un sistema de separación-colecta sistemática de basura, botes y contenedores en espacios estratégicos: una cultura poco ecológica. Seguramente vamos a recurrir a la cantaleta de que el presupuesto no alcanza para plantas de tratamiento, humedales y lagunas de oxidación, pero la voluntad tampoco.

Resulta preocupante este aspecto porque ante los macro-proyectos turísticos y económicos que se tienen planeados para Palenque, parece que primero se proyecta el problema y luego su resolución. Una propuesta interesante tanto para re-dimensionar esta problemática como para el desarrollo de estrategias con mayor probabilidad de éxito sería la aplicación de “medidas de comportamiento ecológico8 y antecedentes”, incluidas la conceptualización y validación empírica de escalas9. En este punto parece que (de nuevo) ya no podemos seguir esperando la respuesta y consecuente limpieza institucional de la SEMARNAT y/o la CONAMP. Las ideas ya no pueden salir únicamente de un sobrero gubernamental deschavetado como el de sexenios anteriores. Además de la realización de estudios científicos, resulta urgente un regreso a la práctica de actividades educativas, artísticas y humanísticas que permitan acercarnos al entorno y sus puntos de coexistencia.

¿Cultura y ecología para qué?

Desde la retrospectiva histórica aburrida y melancólica de la humanidad, llámese una óptica nihilista, es casi plausible que el ser humano está cada vez más imposibilitado para provocar un cambio social humanista, culturalista y ecológico, de tal modo que la aceptación del estado de las cosas y pensar que nada tiene remedio es una constante social: una postura digna y práctica del individuo. Pero a nivel colectivo, pensar de esta forma equivale a sostener el paradigma de la corrupción, la postura del conservadurismo, el neocolonialismo, la inequidad social, la estupidez y la ignorancia, no menos espectacular la negación del papel esencial de la conciencia cultural y ecológica en el desarrollo de nuestros pueblos. El estado deplorable de Chiapas en todas sus aristas (Palenque como un reflejo histórico-social, el devenir de la sociedad y sus instituciones) y la existencia de una resistencia frente a esta degradación, mucho tiene que ver con este paradigma alineado. Pensar de manera negativa y resignada permite que los demonios, un grupo de camajanes disfrazados de intelectuales o de servidores públicos, aprovechen los recursos naturales e históricos del estado para beneficio personal en detrimento del colectivo, incluso emocionalmente. Un movimiento cultural integral permitirá cobijar un desarrollo socio-económico justo con el medio ambiente. Estimada lectora y lector cuestiónese ¿cultura y ecología para qué?

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