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Plácido Morales Vázquez1

El día de padre recibí de regalo un viejo libro de cantares mexicanos, al repasarlo un corrido motivó mi atención más que otros, el que se titula “Los Mártires de Veracruz”, recuento de los hechos ocurridos el 25 de junio de 1879 en el puerto, cuando el gobernador Mier y Terán ordenó y presenció el fusilamiento de 9 personas acusados de rebelión, ordenada la ejecución de ellos en un telegrama cifrado del Presidente Porfirio Díaz en el cual afirman se decía en clave: “mátalos en caliente”.

La historia como la sé es la siguiente, el General Díaz estaba en proceso de consolidación, recibió del gobernador de Veracruz información sobre una rebelión en el puerto y un motín a bordo del vapor Libertad, surto en la laguna de Alvarado en el que la oficialidad y la tripulación se habían amotinado en complicidad con militares y políticos ubicados en Veracruz, como lo marcaba el reglamento militar de entonces en caso de sublevación a bordo de una embarcación, una vez sometidos los rebeldes, la oficialidad debía ser pasada por las armas así como el diez por ciento de la tripulación, -diezmar se decía en la tradición militar europea-, el primer telegrama fue en esos términos, en el segundo telegrama cifrado señalaba a los instigadores de la sublevación ubicados en el puerto, y para ellos también mandaba dar el mismo trato que a los marinos: “hacerlo también con los comprometidos con esa campaña” y la mención personal de un sublevado para quien iba otro telegrama, de cuyo cifrado se interpreta: “que corra la misma suerte”.

Como fue dominado el motín en el buque Libertad, se procedió a la detención de 9 personas: 7 civiles y 2 militares y fusilados en el cuartel militar del puerto de Veracruz la madrugada del 25 de junio sin formación de causa ni juicio alguno, acatando órdenes recibidas en los telegramas; los crímenes indignaron en Veracruz y en la Ciudad de México, un periódico opositor y de información escandalosa; “El Tranchete” refirió a los telegramas y las órdenes precisas: “mátalos en caliente”, que según Justo Sierra Casasús en el libro Los de Arriba la clave cifrada no se interpretó correctamente; pero la prensa opositora al porfiriato, siguió la pauta marcada por el periódico opositor “El Republicano”, refiriéndose a los presos políticos de ese gobierno, dijo que la consigna era: “mátalos en caliente” y la trágica frase se fue mencionando más entre los opositores principalmente los magonistas, hasta que pasó a ser en el imaginario social el sello del porfiriato, aunque la orden en los telegramas despachados por José Vega Limón secretario del Presidente, afirman no decían eso precisamente.

Este 2 de julio se cumplieron 105 años de la muerte del General Díaz, su presencia es vigorosa en la historia de México, su gobierno genera polémica, sus restos no pueden repatriarse como fue su deseo y el de su familia, cada iniciativa por el traslado de ellos genera reacciones en contra, pero Porfirio Díaz está presente a pesar de la destrucción de su figura y su obra por la propaganda de la revolución que lo defenestró del poder y de la historia oficial.

Afirma Carlos Tello en el libro “Porfirio Díaz su vida y su tiempo”, que “éste nunca manchó su carrera con actos de crueldad,” y creo es cierto, hombre de tantas campañas patrióticas y tantos triunfos no se ensañó con el enemigo, pero la política es más destructiva que la guerra, y la lucha por la ubicación en la historia política hizo de algo impreciso o quizá una mentira una verdad, lo cierto es que nunca demostró la existencia del telegrama cifrado del: “mátalos en caliente”. Por eso digo que el problema de Porfirio Díaz fue no morirse a tiempo, si él se hubiera muerto unos años antes, seguramente competiría en estatuas con los principales próceres de la patria.

Nació en Ocozocoautla De Espinosa, Chiapas. Estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudió Administración Pública en la Universidad Fadi en Berlín, Alemania. Ha sido Profesor Titular por Oposición de Ciencia Política en la Facultad de Derecho en UNAM Universidad Nacional Autónoma de México. Es Presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.

Nació en Ocozocoautla De Espinosa, Chiapas. Estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudió Administración Pública en la Universidad Fadi en Berlín, Alemania. Ha sido Profesor Titular por Oposición de Ciencia Política en la Facultad de Derecho en UNAM Universidad Nacional Autónoma de México. Es Presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.

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