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Marco Aurelio Carballo

Marco Aurelio Carballo López, nació en Tapachula, Chiapas el 20 de septiembre de 1942 y falleció en la Ciudad de México el el 1 de agosto de 2015. Fue un escritor y periodista mexicano.

Estudió Economía en la UNAM. Fue coordinador del taller de periodismo en la UAM-Xochimilco; jefe de redacción de Siempre!; cofundador y jefe de información de Unomásuno; subdirector de Época y director de información de El Nacional. Colaborador de El Búho, El Nacional, El Sol de México, Época, Excélsior, Gente sur, Proceso, Siempre!, La Prensa, Unomásuno, la revista Punto y Aparte, de Xalapa
Diario del Sur, de Tapachula, y de El Heraldo de Chiapas, de Tuxtla Gutiérrez.

Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1997, en la categoría Entrevista. Asimismo, el Premio Nacional de Periodismo «José Pagés Llergo» 1998, en el género Crónica. Premio Chiapas de Literatura Rosario Castellanos, 1994. Premio Nacional de Novela Luis Arturo Ramos por Diabluras.

Obras

Autobiografía:
Marco Aurelio Carballo. De cuerpo entero.

Crónica:
En letras se rompen géneros. Un perro en el metro y otras crónicas . Novios en la barra y otras miniturbocrónicas. Mamá estaba loca y otras turbocrónicas.

Cuento:
La tarde anaranjada. Historieta de la carmelita descalza que engatusó a Feldespato el cándido. La novela de Betoven y otros relatos. La tarde anaranjada y los cuentos negros. Los amores de Maluja y otros cuentos. Mario (pero no Vargas Llosa) y Bruno (pero no Giordano). Una triste figura y otros relatos.

Novela:
Polvos ardientes de la segunda calle. Crónica de novela. Mujeriego. Vida real del artista inútil. Muñequita de barrio. Diario de un amor intenso. Morir de periodismo. Últimas noticias.

Antología:
Manual del narrador. Claves para aprender a escribir. La biblia del narrador.
Libros colectivos:
Los siete pecados capitales, El hombre equivocado y El último tranvía.

Recuperación a Manera de Evocación
MARCO AURELIO CARBALLO

Palabras expresadas durante el reconocimiento que periodistas residentes en el D. F. y en Chiapas ofrecieron a Marco Aurelio Carballo, por su obra literaria.
Tapachula, agosto 1 de 1992.

Bernardo Meneses Curling

Recibí el encargo y tengo el compromiso de expresar el saludo general a Marco Aurelio Carballo, hoy que nos reunimos para celebrar su obra narrativa y dejar testimonio de nuestro reconocimiento y admiración en una placa que en un momento más develaremos.
He leído con placer varios de los libros de Marco Aurelio Carballo: Polvos ardientes de la segunda calle, Crónica de novela y De cuerpo entero, entre otros, así como incontables narraciones y crónicas. En todos sus libros se observa una plena consistencia literaria y las ventajas que a la obra y, en consecuencia, al lector ofrece el empleo dosificado con habilidad de recursos periodísticos.
Subyace en Polvos ardientes y en De cuerpo entero una pulcra identificación del autor con su origen, con su tierra originalmente selvática, con su microcosmos familiar, con Tapachula y con Chiapas.
Quienes conocemos de toda la vida a Marco Aurelio reconocemos en él a un individuo de carácter reacio, huraño, renuente en apariencia a convencionalismos. Quizá por su temperamento tímido o prudente, Marco Aurelio dice no aceptar el reconocimiento que de su obra han hecho algunos de sus amigos escritores, como Eraclio Zepeda o René Avilés Favila.
Dice que el de escritor es un trabajo como el del carpintero o el del labriego. Que así como el del carpintero es hacer muebles, el del escritor es escribir libros y, por lo tanto, si son normales tareas –nobles oficios, complemento– no tienen por qué festejarse. Sin embargo, Marco Aurelio no es intolerante y por eso hoy podemos reunirnos en esta celebración, que han organizado algunos de sus amigos, y dejar testimonio de nuestro reconocimiento a uno de los más destacados escritores y periodistas de Chiapas.
Convengamos con Marco Aurelio respecto al desempeño normal de algunos trabajos. Incluyamos, además, otros ingredientes: conocimiento, oficio, imaginación, ingenio, todos ellos desarrollos con que, en diferentes grados, cada persona dota a su actividad. Así podemos reflexionar sobre la conveniencia de rendir reconocimiento a los chiapanecos más distinguidos en la carpintería, en la agricultura, y a los marimbistas, pescadores, maestros, médicos, servidores públicos, periodistas, taxistas, etcétera.
Según la tesis de Marco Aurelio, es cierto, por ejemplo, que hay buenos labriegos que siembran y cosechan maíz, café, cacao, mango, rambután. Pero también podemos ver entre ellos algunos que además saben establecer una diferencia cualitativa. Son los que trabajan con la naturaleza mediante el entendimiento de sus leyes, el aprovechamiento de sus bondades y la previsión de sus desequilibrios, limitaciones o veleidades. A los cualitativamente más productivos de estos también debemos reconocerlos públicamente.
Al final, podemos decir que en todas las mujeres y hombres existe el deseo, nunca cabalmente cumplido, de dominar la expresión hablada y, si es posible, la expresión escrita. Y es que el hombre como la mujer desean ampliarse, resolverse en los demás a través de la comunicación. Por eso la palabra, como el movimiento, es atributo de la libertad.
De allí que reconozcamos y valoremos mucho y sintamos el deseo de festejar siempre que es posible a quienes destacan en el oficio de escritor. Por eso, Marco Aurelio, hoy nos reunimos y te pedimos que aceptes nuestro afecto y reconocimiento a tu trabajo literario.
Permítaseme ahora, entre paréntesis, hacer una digresión. Se me ocurre y propongo, con la certidumbre de que seré apoyado por todos, que establezcamos un premio para los mejores productores de mangos: de mango criollo, melocotón, oro, amatío, ataulfo o Tapachula –como considero que debía comercializarse–, y en forma especial, para aquellos que asociados en domésticas empresas de una sola mujer y un solo hombre, producen esos espléndidos mangos chiapanecos que pasados algunos años podemos admirar envueltos en faldas o adornados, sólo, por diminutos bikinis.

Revista Escribas