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Con estudios en diseño y comunicación visual ha
participado como expositor en el MUMEDI Museo
Mexicano del Diseño y como coordinador en eventos
culturales y educativos en museos nacionales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Mamantel. Ilustración archivo

A la poza de Mamantel, del Río Chacamax de Palenque, antiguamente se le tenía mucho respeto. En el siglo pasado los mayores decían que había sido encantada, seres de origen desconocido fueran parte de la naturaleza o de otros mundos ajenos a los hombres, provocaban un gran temor. Cosas que se veían en el lugar; apariciones sobrenaturales, luces y cantos que se escuchaban. Ejemplos de ello, es el avistamiento de un lagarto que tenía un enorme caracol sobre su espalda, y en otra ocasión, paseantes del lugar habrían visto una sirena, que salía a tomar el sol en el planchón de grava de la poza y al ser descubierta se sumergía en las profundidades para ya no salir. También cuentan que justo al mediodía se empezaba a escuchar un burro dar grandes carcajadas, un coro de gallos y perros que ladraban, una gran revuelta de animales, todo en un mismo tiempo, como si hubiera un caserío en medio de la gran poza, mas no había vivienda alguna en la zona, ni a sus alrededores y así de repente como empezaba, volvía a quedar en silencio la poza y regresaba la profunda calma que rodea el lugar.

Durante mucho tiempo la montaña permaneció inhabitada, algunos dicen que los antiguos mayas sacrificaban jóvenes doncellas en esta parte del río, aunque esto no es un hecho probado, lo que si recuerdan algunas familias, es que en tiempos de gran sequía, allá por los años 40, la gente organizaba una procesión, desde el centro de Palenque, que en aquel tiempo era más una ranchería, con muy pocas casas y de este modo llevando velas, haciendo rezos y canticos, caminaban con una gran ofrenda que consistía principalmente en aguardiente y comida, con tamales y pollo. Iban por la orilla del río, hasta llegar al playón de la poza Mamantel pidiendo a las divinidades ayuda para que lloviera, dejaban sus ofrendas y rezaban, curiosamente en el camino de regreso, a la gente que iba en la procesión les llovía, aumentando su fe en el encanto del lugar.

El Nututún

El Palacio. Ilustración archivo

Un día, el dueño del rancho Nututún (actual balneario del mismo nombre), en tiempos que no existía la carretera y que solo había una vereda para llegar al río, contrató un cayuquero de Emiliano Zapata, Tabasco, para que le hiciera una embarcación. Este trabajador caminaba todos los días por la orilla del río para cortar el árbol y hacer el cayuco, contaba que un día caminando a las 5 de la mañana, cerca de la poza del Mamantel, escucho voces de personas y al acercarse, a pesar de ser madrugada, vio bajo la luz de la luna un hombre y una mujer desnudos dentro del río, con el agua hasta la cintura, platicando, él se escondió entre los matorrales, los observó detenidamente y notó que tenían ciertos rasgos parecidos a la de los antiguos pobladores, estos al sentirse observados, se sumergieron dentro del agua para ya no salir, el cayuquero esperó 15 minutos primero y se acercó a la orilla del río, tratando de localizarlos, percatándose que no había ningún rastro, ni ropas o zapatos, después esperó dos horas, siendo alrededor de las 7 de la mañana decidió retirarse.  Dos semanas después, el cayuquero trajo acompañantes, con equipo básico de buceo, para buscar rastro de las personas, ya dentro del agua, en las profundidades de la poza Mamantel, encontraron una cueva submarina con marcas de pies humanos en el piso de la cueva, fue lo único que lograron descubrir.

A estas alturas la poza se ha azolvado de grava y ha perdido su antigua profundidad, aun así, la gente comenta que el Chacamax y su montaña tienen dueños que viven bajo el agua en donde no pueden ser molestados.

Las otras pozas del Chacamax en Palenque

En una ocasión Manuel Pérez, oriundo de Palenque, andaba con una muchacha en la poza del Corriental, cuando los pájaros de manera extraña empezaron a hacer un gran alboroto y un gran escándalo que provenía de los árboles, de repente callaron los animales y todo permaneció en silencio, cuando al momento se vino una enorme ventolera y con gran fuerza el aire soplo hasta doblar los árboles tirando varias ramas, notando que en la poza cercana del Mamantel,  justo en su centro, los peces salían dando brincos y haciendo círculos fuera del agua, por lo que Manuel Pérez y su acompañante salieron despavoridos.

Tal vez por esta magia que tiene el Río Chacamax, la producción de la película La Rebelión de los Colgados, decidió filmar una de sus escenas allá por 1954, aquí en Palenque.

De las pozas que hay en esta parte donde inicia el Río Chacamax se puede hacer un recuento de las más conocidas iniciando por la parte más alta del río. Poza del Macabilero (Macabil es un pez con mucha espina de buen sabor, durante muchos años se podía encontrar este pez, en el río junto con mojarras, piguas, guabina, anguilas, que hoy prácticamente no existen), Poza del Mamantel, Poza del Corriental, Poza de la Mensura o Refilón, Poza del Nututun, Poza del Cajón, Poza del Mocho, Poza del Doctor, Poza del Zuluzún y Poza de la Cadena, por mencionar las pertenecientes a Palenque, puesto que el río sigue por los municipios de La Libertad y Emiliano Zapata en Tabasco.

Cueva del Chimborazo

Cueva del Chimborazo. Ilustración archivo

Tiempo atrás, hace unos 25 años, un grupo de amigos de Palenque, entre los que se encontraba Cuco Verástegui, observó luces a la distancia por el área del Chimborazo justo al atardecer (es una creencia general que el oro o los entierros con metales sueltan gases que brillan) a esa hora estando ya oculto el sol, continua luminoso el cielo, fenómeno que los fotógrafos le llaman la hora cero, porque no se distingue si es de mañana, tarde o de noche.

Al día siguiente se organizaron y decidieron explorar la zona, encontrando en la antigua curva del Chimborazo, una cueva con una pequeña entrada de no más de un metro de altura, por una anchura igual.  Al alumbrar hacia el interior descubrieron que la cueva tenía una gran altura y una serie de túneles, ya explorando el interior se veían pisadas humanas que conducían a túneles demasiado pequeños inclusive como para que un niño los transitara, durante varios años hubo muchas personas que se dedicaron a buscar tesoros, que nunca se supo que hayan tenido éxito en su aventura, eso sí, tomando la precaución de evitar gases venenosos dentro de las cuevas o entierros.

Cuenta la gente, que la cueva sería la entrada al mundo de seres sobrenaturales al igual que los ríos, de modo similar, a los antiguos mayas que creían en el inframundo, donde se transitaba a través de cuevas y ríos. El Chimborazo ha sido un lugar de accidentes vehiculares frecuentes, la creencia es que se debe a las energías sobrenaturales del lugar.

Antigua Lakamha

Escudo en la tumba del Rey Pakal. Imagen archivo

Desde los años 50, en que el gobierno mexicano a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, empezó el ordenamiento y estudio de la Zona Arqueológica de Palenque, para ello se han contratado veladores y custodios del sitio, quienes se encargan de vigilar en la noche, algunos cuentan muchas anécdotas sobre el sitio. Una ocasión en una noche despejada, hace no muchos años, estando en la caseta de entrada cerca de la medianoche, dos de los custodios, escucharon pisadas sobre el camino de grava que da acceso a los templos, iluminaron con sus lámparas el camino, pero no había nadie, sin embargo, las pisadas se oían más cerca y en dirección hacia ellos, ¿Quién está ahí? Gritaban, mientras una extraña sensación los recorría, siguieron gritando al aire sin obtener respuesta, las pisadas continuaron su camino hacia los templos y ellos con el radio solicitaron apoyo a otros dos custodios para que hicieran un recorrido buscando posibles intrusos. Ya los cuatro custodios con lámparas en la mano y caminando en dirección a la plaza principal, escucharon con claridad, música de tambores, murmullos y canticos que provenían del área central de la zona, al pasar los primeros templos tuvieron una amplia visión de las plazas, observando solo los sólidos y antiguos edificios bañados por la luz de las estrellas, pero ninguna otra cosa, el murmullo seguía pero se iba alejando conforme ellos se acercaban al palacio, terminaron de recorrer la mayor parte de los templos y el murmullo de música y tambores, terminó por desvanecerse.

Al igual que los custodios, los arqueólogos han contado que al estar trabajando dentro de la tumba del Rey Pakal, han escuchado un suave cantico de voz femenina parecido a un murmullo que rebota y hace eco en las paredes. Cuentan que, al principio, al bajar a la tumba y estar trabajando sobre los estucos de los señores de la noche en absoluta soledad, iluminado por una bombilla y lámparas de mano, el frio de la tumba refresca el cuerpo y hace perceptible el cambio de atmosfera, bajando sus nueve niveles, del cálido exterior a la fresca profundidad de la pirámide. El silencio dentro de la tumba hace que sus oídos zumben, a falta de un estímulo sonoro al cual uno está acostumbrado, después de unos segundos al estar en completo silencio, se escucha el suave piqueteo de minúsculas gotas caer, haciendo eco en la enorme bóveda sepulcral. Durante el tiempo que la lápida estuvo abierta, siendo sostenida por cuatro troncos de madera, había cierta perturbación en el ambiente, difícil de explicar, aunque cerrado el sarcófago, bajando la enorme piedra labrada de 5 toneladas, la cripta entró de nueva cuenta a su imperturbable paz de siglos. Gente de las rancherías aledañas a la zona arqueológica narran haber visto en las noches, extrañas luces a lo lejos, sobre los antiguos templos. También comentan que, en el área de la picota, cerca del templo olvidado, en el acueducto sale una enorme serpiente con escamas de colores que vive debajo de la montaña.

Escribas agradece a Cuco Verástegui por su colaboración, él es uno de los grandes conocedores de las tradiciones en Palenque.

Glifos de Escribas Mayas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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