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La sociología del conocimiento surgió gracias a las diferencias observables entre sociedades, siguiendo a lo que ya está establecido como conocimiento en esas sociedades. Husserl, Schütz, Luckmann y Goffman son personajes destacados en la filosofía y las ciencias sociales, especialmente la sociología, que sentaron las bases para la corriente fenomenológica.

Edmund Gustav Albrecht Husserl, conocido como Edmund Husserl. Nació en Prostějov, República Checa, en 1859, y falleció en Friburgo de Brisgovia, Alemania, en 1938. Fue filósofo y matemático, discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf. Estudió física, matemáticas, astronomía y filosofía en las universidades de Leipzig, Berlín y Viena. Su filosofía se encuentra en la base de la llamada «escuela fenomenológica», de la que partieron Max Scheler y Martin Heidegger.

Alfred Schütz, nació en 1899 en Viena, Austria, y falleció en 1959 en Nueva York, Estados Unidos. Sociólogo y filósofo austriaco de origen judío, exponente de la fenomenología en las ciencias sociales. Inspiró principalmente su pensamiento en Henri Bergson (premio Nobel de literatura en 1927; basado en espiritualismo, vitalismo y el positivismo) y Edmund Husserl.

Thomas Luckmann, nació en 1927 en Jesenice, Eslovenia y falleció en 2016 en Austria. Discípulo de Alfred Schütz y Karl Löwith, obtuvo en 1953 la licenciatura en filosofía y tres años más tarde el doctorado en sociología. En 1970 fungió como catedrático de Sociología en la Universidad de Constanza, donde permaneció hasta su jubilación en 1994. El amplio campo de investigación de Luckmann tiene como denominador común la idea de la construcción social de la realidad, desarrollada junto con Peter L. Berger.

Erving Goffman, nació en 1922 en Mannville, Canadá y falleció en 1982 en Filadelfia, Estados Unidos. Egresado de la Universidad de Chicago recibió su doctorado en Sociología en 1953. Fue presidente de la American Sociological Association (1981-1982). Considerado el fundador del orden de la interacción en la sociología. Su interés principal fue el de estudiar el impacto de las estructuras sociales en los niveles micro de la vida cotidiana.

Puerta a La Fenomenología

Una tipificación se construye a partir de las percepciones de los sujetos, y para poder estudiar dichas percepciones es necesario remontarse a la fenomenología.

A finales del siglo XIX y principios del XX, Husserl desarrolló la corriente fenomenológica desde una base filosófica como una crítica al positivismo, pues le parecía absurda la idea de mirar al ser y descartar la intención y la intencionalidad del observador. La fenomenología centra su atención en los fines, la orientación del pensamiento y de la acción de las personas.

Husserl define a la fenomenología como un “nuevo método descriptivo” basado en la filosofía con el fin de consolidarse como algo científico. Ésta se centra en la forma que percibe el sujeto a determinado objeto, dentro de cierto espacio y tiempo. La percepción se da gracias a la conciencia y las experiencias del sujeto. ¿Cómo los sujetos perciben al mundo? Una cuestión principal para la filosofía de Husserl, por ello la fenomenóloga o el fenomenólogo deberán tener conciencia del mundo desde su intencionalidad.

El sujeto con su conciencia y experiencias intuye, y con la intuición cede un sentido a las cosas, éste es el fin que se presta a la reflexión: cómo un sujeto le cede una significación a su realidad. El sujeto que es consciente, no sólo contempla al mundo, se ve a sí mismo como un testigo de su persona y sus acciones, y ve a los demás sujetos como un objeto de estudio. Entonces la fenomenóloga o el fenomenólogo describe su subjetividad en el mundo y no su percepción, ya que ésta es el centro del estudio.

Schütz y Luckmann fueron los principales exponentes de las ciencias sociales que se concentraron en elaborar, desde la reflexión metodológica, el campo problemático entre la subjetividad del actor individual y la colectividad o la sociedad. Schütz desde la perspectiva fenomenológica analiza la relación entre subjetividad y acción, siguiendo principios de Max Weber. Luckmann junto a Peter L. (Ludwig) Berger, aplicaron la fenomenología del mundo de la vida con el fin de redefinir la sociología del conocimiento que se basaba en principios materialistas.

El objeto de análisis de Schütz está en las experiencias y las acciones humanas. Luckmann lleva la reflexividad epistemológica a la ciencia social, se centra en las realidades socio-históricas para sacar conclusiones acerca de las acciones. Él incorpora dos conceptos esenciales: constitución (procesos constitutivos de la conciencia subjetiva, base para el desarrollo del individuo) y construcción (fabricación de conocimiento con base en la acción social).

El objetivo de la fenomenología social, presentada por Schütz, es describir a los rasgos invariantes de la praxis (inter) subjetiva de constitución de sentido que tiene lugar en el mundo de la vida cotidiana.

El mundo de la vida cotidiana hace referencia a la realidad que experimentan los seres humanos en una actitud natural (estado de conciencia que acepta la realidad de la vida cotidiana como dada) dentro de la interacción social, modificado por las acciones humanas.

Cuando Berger y Luckmann mencionan a la realidad de la vida cotidiana hacen referencia a una realidad “suprema”, en la cual el sujeto con su conciencia experimenta la vida cotidiana, en cierto estado de vigilia. Aprehender la realidad de la vida cotidiana es algo normal, cuenta con aceptación social. Dicha realidad se organiza de acuerdo al aquí del lugar y el ahora del presente, tiempo y espacio. Aunque abarca fenómenos atemporales también.

El sujeto experimenta la vida cotidiana en diferentes grados de conciencia y de proximidad o alejamiento en el espacio y tiempo; lo más cercano es la manipulación corporal propia. Es un mundo intersubjetivo y compartido, pues no se puede existir en dicha realidad sin la interacción social. La persona modifica su realidad y puede cambiar la vida cotidiana cuando traduce las experiencias no cotidianas a la suprema realidad, y la interpreta cuando emplea el lenguaje.

La realidad de la vida cotidiana implica esquemas tipificadores, donde los otros son aprehendidos y “tratados” en la situación cara a cara. Se puede identificar a la otredad bajo las tipificaciones, por ejemplo: un hombre, europeo, alto, delgado, trabajador, etc. Todas estas tipificaciones afectan directamente la interacción. La experiencia de uno respecto a la otredad puede ser directa o indirecta.

El Lenguaje en la Vida Cotidiana

La expresividad de las personas se puede objetivar, es decir, se manifiesta en productos de la actividad humana. Dichas objetivaciones sirven como clasificación de los procesos subjetivos de quienes los producen. Por ejemplo: la actitud subjetiva de la ira se expresa, en una situación cara a cara, mediante una variedad de expresiones corporales, como la expresión facial, la posición del cuerpo, movimientos específicos de brazos y pies, etc. Estas expresiones están clasificadas para que estén al acceso en las situaciones cara a cara, y dan paso a una situación óptima y así obtener el acceso a la subjetividad ajena. Aunque, hay diferentes variaciones de manifestaciones, la ira puede manifestarse al sostener un arma.

Existen signos, formas de expresarse, agrupados en sistemas; así, existen sistemas de signos gestuales, corporales, de vestimenta, de objetos materiales relacionados a la personalidad, etc. Los signos y sus sistemas son objetivaciones, en el sentido de que permiten ir más allá de la expresión de intenciones subjetivas del aquí y ahora. Por ejemplo: el Haka de la tradición Maorí, una danza que tiene intenciones agresivas de intimidación, distinto a gruñir.

El sistema de signos más importante es el lenguaje, signos vocales. Éste se origina en la situación cara a cara, pero puede deslindarse de ella fácilmente, como una llamada telefónica (sistema de signos de segundo grado). En la semántica está la posibilidad de la objetivación, retención y acumulación de la experiencia biográfica e histórica.

Hay un trasfondo oscuro, de sombras, en la realidad de la vida cotidiana que parece ser una zona de claridad. Es como el ciclo de 24 horas de la Tierra, de un lado del eje está el día y del otro la noche, así es en la realidad, cuando algunas partes están iluminadas, otras permanecen en la oscuridad. No se puede saber todo lo que hay en la realidad.

El conocimiento en la vida cotidiana está distribuido socialmente, no todos poseen los mismos grados de conciencia y conocimiento, hay algunos saberes que son comunes y otros que inclusive no se comparten con nadie.

Gracias a la existencia del lenguaje, los humanos somos capaces de transmitir conocimiento o sentimientos mediante un conjunto de palabras articuladas con cierto sentido. Y el científico social tiene una ventana de oportunidad para poder observar y analizar dicho proceso de comunicación en la interacción social, sustentando los resultados con la fenomenología y la psicología social. Dicho soporte teórico permite analizar el comportamiento de los sujetos al momento de la interacción. Pues el lenguaje que empleen reflejará las percepciones de las personas estudiadas.

El Lebenswelt

Schütz desarrolló una teoría fenomenológica del Lebenswelt (todos los actos culturales, sociales e individuales que nuestra «vida» no puede sobrepasar). Jürgen Habermas empleó este concepto en su teoría crítica junto al concepto de sistema social con el propósito de describir y analizar a los modos esenciales en que los sujetos experimentan, conocen e interpretan su entorno natural y socio-cultural. Se trata de proporcionar un análisis de las estructuras de la experiencia vivida, como: temporalidad, espacialidad, corporalidad, reflexividad, empatía, etc.

El observador, solitario, debe hacer el abordaje del problema con desinterés y distanciamiento de toda relación social. La actitud natural debe ser dejada atrás por el científico social cuando teoriza. Se pueden estudiar a los sujetos externos al “yo” con los principios anteriores, pero cuando se acepta a la realidad cotidiana, el “otro” es un individuo igual a “mí” en el sentido de que asume roles en la sociedad.

El conocimiento del mundo de la vida se da mediante construcciones, conjuntos de abstracciones, generalizaciones, formalizaciones e idealizaciones. Responde a cierto espacio y tiempo. Se trata de hechos interpretados por los individuos. El conocimiento socialmente aceptado, gracias a los miembros de un grupo cultural que es incuestionable.

Schütz distingue dos tipos de conocimiento en el mundo de vida: “por trato directo” (el qué sin cuestionarse el cómo) y “acerca de” (un sector de nuestro conocimiento que es claro, nítido y preciso, en el cual el individuo tiene gran experiencia). El individuo siempre se experimenta a sí mismo en una situación que ha definido, marcada por dos momentos diferentes: lo que está dado y la situación biográfica del individuo.

La situación biográfica consiste en el medio físico y socio-cultural definido por la persona en el cual ocupa un rol, donde adopta una postura moral e ideológica. El tiempo y espacio donde se encuentra el humano.

Las reflexiones metodológicas de Schütz exponen un modelo científico del mundo social, en el cual se propone:

1. Construir pautas de acción correspondientes a los sucesos por estudiar.

2. Coordinar dichas pautas a un actor dotado de conciencia.

3. Los actores, llamados “títeres”, se sitúan de acuerdo a las pautas del científico social.

4. El títere se concibe en relación a la interacción con otros actores, modelos similares. La distribución social del conocimiento, los motivos y tipos de acción de las personas, se determinan por la problemática científica.

La posición de Schütz respecto a la experiencia del Lebenswelt se visualiza en el uso de la expresión “desde el comienzo”. Afirma que el mundo cotidiano se manifiesta desde el principio, en el modo de la tipicalidad implica aseverar que no es necesario efectuar un acto cognitivo complejo (una deducción, razonamiento, comparación) para experimentarlo de cierta manera.

Husserl menciona que el Lebenswelt es experimentado típicamente. Los sujetos cotidianos aprehenden las cosas mundanas como ejemplares de tipos de objetos ya experimentados en el pasado, como: árboles, arbusto, animales, etc. La experiencia del Lebenswelt está, desde el comienzo, estructurada en tipos.

Sostiene Husserl que el individuo pre-científico desarrolla un vínculo de “familiaridad” (Vertrautheit) o confianza con su entorno vital. Así jamás se enfrenta con experiencias completamente novedosas o desconocidas. También las cosas que se desconocen en este mundo son conocidas según su tipo.

Dicho vínculo de familiaridad permite entender mejor la posición del individuo ante la realidad experimentada, cómo va a percibirla.

Para Schütz, en el mundo de la vida cotidiana lo que se percibe al instante en la experiencia ante-predicativa son objetos con un sentido determinado, como: montañas, árboles, animales, silla, anteojos, etc., y no datos sensoriales amorfos y carentes de significado. Los objetos mundanos se manifiestan siempre mediante el preconocimiento y la familiaridad; aprehendemos las cosas como ejemplos de experiencias y tipos ya conocidos, no existe un mundo de la vida completamente desconocido.

Cuando reconocemos un objeto como un ejemplo de algo pre-conocido, ya sabemos qué esperar de ello. Si observamos a un árbol, prevemos al instante que es un ser vivo, sus colores cambiarán de acuerdo a las estaciones, implica oxígeno, etc.; o puede ser un gato, con nuestro pre-conocimiento, ya sabemos su modo de caminar, de jugar, de saltar, etc. Aunque, esta anticipación puede estar sujeta a “fallar”, que no se ratifique con la experiencia sucesiva.

Para Luckmann, lo social y lo humano (cuerpo viviente) no puede considerarse como algo universal. Existe una separación de la naturaleza y la sociedad, en cuanto a cómo se van a construir de acuerdo al contexto cultural y la situación biográfica. Él centró sus análisis en el lenguaje y la comunicación, siendo los signos y símbolos los componentes del acervo de conocimiento social; el lenguaje es el medio principal para la construcción de un significado de la realidad social, y también para medirla. Las ciencias sociales, de acuerdo a Luckmann, centran sus investigaciones en las “construcciones” de la realidad, es decir, en la acción social humana que configura al mundo.

Tiempo e identidad son conceptos entrelazados por Luckmann, siendo un eje esencial entre el mundo de vida y la sociedad. El mundo de vida que experimenta el sujeto, se crea a partir de nociones o categorías socialmente establecidas y aceptadas a través del tiempo. El yo se forma a partir del contexto y las interacciones sociales del individuo; la construcción del sí-mismo (self) es un espejo, refleja las actitudes que la otredad ha demostrado al individuo, y así se estructura la identidad.

El Lebenswelt, es una herramienta para conocer cómo los sujetos interpretan su entorno natural y socio-cultural. Se trata de un análisis sobre las experiencias del sujeto en el mundo de la vida. Primero hay que comprender cómo interpretan los sucesos vividos los sujetos y avanzar hacia el conocimiento y entendimiento de la percepción. Quizás y pueda ser un factor clave la situación biográfica de los sujetos para que ellos determinen sus percepciones. De esta manera se puede conocer las construcciones de la realidad por parte de los sujetos, y abrir un camino hacia la compresión de la configuración de las percepciones actuales en torno a determinado tema.

La Tipificación

Las obras “Tipificación” y “Acervo de Conocimiento” de Schütz, inspiradas en principios de Husserl, principalmente en las reflexiones sobre la síntesis pasiva y génesis de habitualidades. El pensamiento de Schütz incorpora la sociología comprensiva de Max Weber, que consiste en comprender el sentido subjetivo que la persona cotidiana le da a su comportamiento, junto a una columna filosófica que es la fenomenología de Edmund Husserl.

El cómo de la tipificación está determinado por las estructuras subjetivas de importancia para el sujeto. La aprehensión de un objeto depende de los intereses y el momento biográfico de la persona, lo que le da la percepción a ese objeto. Toda tipificación es relativa a un problema.

La tipificación es definida por Husserl como una interpretación pasiva. Para Schütz, la tipificación es una dominación automática e “inconsciente” de sentido que, tiene lugar a través de lo que Husserl entiende como interpretaciones activas (donde el individuo interviene como un “yo” con la función de productor en la constitución de objetos) o pasivas (mecanismos subjetivos de carácter “inconsciente” que operan sin ninguna interferencia activa de la mente, responsables de la constitución de aquello que en la vida se nos presenta “definido” como algo ya establecido).

Para la construcción de una tipificación a partir de las interpretaciones por parte de los sujetos, es necesario aprehender el funcionamiento en tres momentos: asociación, interpretación y de apresentación. El primero, asociación, consiste en que el objeto que está siendo percibido causa una rememoración en el sujeto, recuerdos de lo similar; se trata de una asociación automática entre la percepción actual y experiencias pasadas, relacionadas al objeto, almacenadas en la conciencia. Es lo que Husserl denomina como la síntesis pasiva de reconocimiento. El segundo momento, interpretación, consiste en una asociación pasiva que es un fundamento motivacional para la transferencia de sentido de carácter automático. De esta forma, se crea la apercepción de “uno según el sentido del otro”.

Schütz define a la interpretación como el “remontar lo desconocido a lo conocido”, el momento de interpretación conlleva un proceso apresentativo, pues se trata de una operación pasiva de ceder sentido a determinado objeto.

El tercer momento, la apresentación, consiste en la presuposición y anticipación de perspectivas ausentes en el objeto, es decir, que están a la espera de ser descubiertas. Por ejemplo: la tapa frontal de un libro es percibida en una inmediatez, se presenta, pero el lado trasero no se perciba simultáneamente, entonces se apresenta. Husserl la define como “hacer consciente como copresente”, una modalidad pasiva y mediata que opera en todo acto perceptivo.

El sujeto cotidiano es un “iletrado” (Nichtfachmann) en cuanto a la mayoría de objetos contenidos en el Lebenswelt, sólo conoce el qué, pero ignoran el cómo y por qué. Los conocimientos adquiridos en el proceso de educación forman parte de la cultura, entendida como la concepción natural relativa del mundo, del conjunto al que pertenece el individuo.

La interacción: una entrada al interaccionismo simbólico

La corriente del interaccionismo simbólico creada en 1938 para comprender los procesos de la interacción cotidiana en el desarrollo de la sociedad, la personalidad y la cultura. Surgida en la Escuela de Chicago, trató de responder al predominio de la investigación positivista empírica de E.U.A. El interaccionismo simbólico se basa en el pragmatismo y el conductismo, el primero por la importancia de las acciones de los sujetos en los procesos de construcción de existencias reales, el segundo por las conductas empíricamente observables de los individuos. Así, los individuos son sujetos y objetos, en tanto que la personalidad se forma en el proceso de socialización por la acción recíproca de elementos objetivos y subjetivos.

Esta corriente se encuentra entre la psicología social (por la interacción) y la sociología fenomenológica (por considerar a la interacción como base para la construcción de significaciones basadas en el sentido común en torno a las definiciones de la realidad social). Tiene mucho peso la interacción debido al valor dado de un papel o rol en la sociedad, la empatía, igualmente porque la realidad social se explica (y construye) por interacciones entre los individuos y grupos sociales.

El interaccionismo simbólico hace énfasis en la interacción entre los individuos y en la interpretación de los procesos, se encuentra el interés en el mundo de vida, la cotidianeidad construida colectivamente por las interacciones de los sujetos que lo habitan. Se preocupa por la interpretación por parte de los sujetos que actúan e interactúan en el medio social. En la Obra de Herbert Blúmer “Interaccionismo Simbólico” (1968) se plantean las tres premisas básicas en las que se sustentan las reflexiones teóricas y las investigaciones desde una perspectiva del interaccionismo simbólico:

1. Los humanos actúan respecto de las cosas sobre la base de las significaciones que éstas tienen para ellos, es decir, el significado atribuido a un objeto y situaciones que lo rodean.

2. La significación de dichos objetos o situaciones surge de la interacción social que un individuo sostiene con los demás actores.

3. Dichas significaciones se usan para llevar a cabo un proceso de interpretación efectuado por la persona en relación a las cosas que encuentra, y se modifican a través de dicho proceso. Interacción implica construcción de significados.

Para el interaccionismo simbólico existe una interdependencia entre la interacción, la realidad social y los significados que los sujetos le atribuyen a ésta.

En la obra de Goffman “La presentación de la persona en la vida cotidiana” se aborda a la vida social como una “obra teatral”, con un escenario, actores y determinado público. De esta forma es que cualquier persona, en alguna situación de interacción, es un actor que lleva a cabo una representación frente a cierto público para controlar las impresiones de éste. Las expresiones utilizadas por los actores pueden ser mediante el lenguaje verbal (“explícito”) o con el corporal y gestos (“indirecto”), también con objetos propios del individuo (ropa o accesorios) y del entorno (medio) en el que se desenvuelve e interacciona (muebles o decoraciones). Para ejecutar la actuación se incorpora una categoría importante llamada “fachada”, la cual abarca: el medio y la fachada personal (características del individuo).

Goffman plantea la categoría “idealización”, que significa moldear y modificar una actuación para que cumpla las expectativas del público. Lo que está socialmente establecido, lo que debe ser.

Mistificación es el ocultamiento de ciertas máscaras “reales” del actor, mantener un misterio sobre su verdadera identidad.

Tergiversación es mentira, engaños visibles e irrefutables que ponen en riesgo a la credibilidad del actor.

Goffman menciona que el individuo debe mantener confianza en el papel que va a desarrollar, pues es un punto clave para que su presentación sea creíble. Clasifica a los actores en dos:

1. SinceroAquel que cree firmemente en su actuar, está convencido de lo que está haciendo.

2. CínicoCuando no tiene preocupación por su papel. Tiene mayor control sobre sus actuaciones. Puede actuar para satisfacer sus intereses o en pos del otro (mentir para tranquilizar una situación de gravedad).

Todas las personas desempeñamos un papel, en diferentes grados de conciencia. En estos roles es donde existe un conocimiento propio, donde las máscaras son las percepciones que nos hemos formado de nuestra persona y llegan a ser una parte de la personalidad. Y los humanos, además de ser actores, somos el público al mismo tiempo.

Cada persona desarrolla en su día a día un ritual, el cual consiste en una parte propia de la vida diaria de las personas, pues el tejido de la vida cotidiana se conforma por rituales que ordenan nuestro actuar y gestos. Se consideran a los rituales como una cultura interna, cuya expresión principal es mediante el gesto, manifestación de las emociones y dan capacidad para realizar actuaciones convincentes ante las interacciones sociales. Las personas usan de una máscara expresiva, una cara social atribuida por la sociedad, y que podría ser retirada si no cumple con su rol. El juego consiste en el “yo real” del actor, el rol que está detrás de la máscara.

La máscara está en la fachada, ésta es la dotación expresiva de forma consciente o inconscientemente que un individuo realiza en su actuación.

Y existe una fachada personal, la cual se refiere a características propias del individuo, como el sexo, la edad, la vestimenta, el porte, el aspecto, el lenguaje verbal y kinésico, sus gestos corporales, por mencionar algunos. Dichas características pueden servir para transmitir el papel del individuo, que muchas veces son innatas sus actuaciones para él. Junto a este concepto, se incorpora la apariencia (da una idea sobre el estatus social del individuo) y los modales (sirven como señal para el rol que el actor esperará ver en el individuo, para que éste desempeñe dicho papel en la interacción).

El público suele buscar una “coherencia” entre la apariencia y los modales, aunque pueden contradecirse. Las fachadas provienen de una representación colectiva, una realidad; suelen ser una selección porque ya fueron creadas por dicha colectividad. Los actores y su público ponen en escena sus roles. Los individuos actúan en la vida cotidiana, cumplen con cierto rol que asignan a cada uno de los personajes que representan en los diversos escenarios donde interactúan. El público no cuenta con la verdad, por eso se atiene a las apariencias.

Goffman menciona que los individuos estarán al pendiente de mantener las apariencias, pues su actuación depende de que las personas estén conformes con las normas impuestas por la sociedad, con las cuales los actores podrán ser juzgados. Los sujetos no tienen mayor preocupación por la moral en cuanto a cumplir dichas reglas, su interés reside en construir una impresión convincente que satisfagan dichas normas.

En la situación cara a cara es donde las personas utilizan sus fachadas para desarrollar su papel, esta situación es cuando el sujeto interactúa con otro u otros de manera directa. El lenguaje es la forma principal de comunicación en esta situación, aunque también puede ser mediante gestos y movimientos corporales.

Cuando se da una interacción cara a cara los cuatro principios esenciales a tomar en consideración son los siguientes:

1. Los actores deben saber cómo desarrollarse de acuerdo a la situación, hacer lo que se espera de ellos.

2. Cuando se interactúa con personas desconocidas, debe existir cierta desatención cortés.

3. Los sujetos que interactúan deben mostrar accesibilidad ante los otros para mantener a la interacción.

La experiencia esencial con la otredad está en la situación cara a cara, en la cual el “otro” está en el mismo espacio-tiempo del sujeto, en el mismo aquí y ahora. El resultado es un intercambio continuo entre las expresiones del sujeto y de la otredad; cuando uno sonríe y el otro sonríe de vuelta, luego reacciona ante la seriedad dejando de sonreír. En esta situación es donde la subjetividad del otro es accesible a través de las expresiones. Aunque, uno puede interpretar erróneamente las expresiones del otro, por ejemplo: cuando el sujeto sonríe, pero realmente está haciendo una mueca.

La identidad se conforma por el yo, y éste se forma a partir del contexto y las interacciones sociales del individuo; la construcción del sí-mismo (self) es un espejo, refleja las actitudes que la otredad ha demostrado al individuo, y así se estructura la identidad.

El self es el resultado de la interacción entre el actor y la audiencia, consiste en una construcción social, y es un motivo para deslindarse durante la representación o para que ésta triunfe.

Estos conocimientos sociológicos, pueden ser utilizados como un soporte para conocer las percepciones de las personas, pues la interacción es un factor clave en cómo cada humano percibe a su realidad. Recordemos que el interaccionismo simbólico contiene raíces fenomenológicas, donde el plus es centrarse en las interacciones que experimentan los individuos en su mundo de vida en determinada situación biográfica, dentro de cierto espacio (escenario) donde las personas desarrollan su personaje de acuerdo a la percepción que tienen sobre la realidad que están experimentando en el espacio-tiempo.

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