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Román  Loglez

Premio Nacional de poesía en los Juegos Florales “Darío Galaviz Quezada” en Guaymas, Sonora. Actualmente desarrolla actividades artísticas, culturales y literarias como promotor de cultura De fomento a la Lectura y Creación Lectora Independiente


 

Restaurante Don Mucho, Palenque , Chiapas, México.

El hombre del Panchan

 

¡¡Eyy, amigo, dame un cigarro!! Era pasado de la media noche, por los senderos del Panchan, cuando uno de los de seguridad daba su rondín por el camino rojo que bifurcan a las diferentes matrices para pernoctar, cuando se topó con éste personaje vestido de charro, pidiéndole un cigarro. -no tengo amigo, disculpe usted -, dijo el buen hombre, quien al mismo tiempo, pegó la focada hacia el fondo del camimo, observando muy admirado y a la vez con recelo, un hermoso caballo negro;  tenia una silla que refulgió al contacto de la luz de su lámpara. Creyó que era algún vaquero comûn cercano, en busca de algunas cervezas, pues no reparó en el personaje. De pronto, sintió un escalofrío y se le erizaron los pelos y volteó a ver al vaquero, éste había desaparecido. El guardia dio marcha atrás y en su trayecto al centro del Panchan, se lo encontraba muy seguido y el pobre cristiano, tuvo que renunciar a su trabajo porque, sentía a cada rato esa mirada de fuego de aquel charro negro, que al llegar a un surco de bambú, desaparecía misteriosamente. Cuentan los amigos que aquel personaje era el sombrerudo, que siempre iba al Panchan por un cigarro, y quien se lo daba cuando se lo pedía, podía andar por los senderos sin miedo alguno y quien se lo negaba, no lo dejaba en paz. Por eso mis estimados, quien quiera disfrutar de las fiestas panchanneras, o trabajar, siempre deberá traer en su bolsillo, unos cigarros de la marca Kurahuesos. O para el espanto.

Arroyo. Foto restaurante Don Mucho

La Poza del Sol y sus hoyos de barro.

 

-Melquiades, ¿de quien será éste hoyo más grande?- dijo Pablo, alias la pava, al Meco, en aquella reunión de chicos, en medio de un hermoso y disfrutante manantial Palencano.  -mmmm ¡Sépa!, Pablo. Ya vés que hasta los profes, también vienen y agarran el mejor barro-. Y es que en aquel paraje, en recreo se reunían para irse a bañar; se despojaban de todo y…¡¡penquennnn!!, al agua; y los que sentían su primera erección juvenil, tenían el derecho de hacer su propio hoyo en el barro de la orilla de aquella alberca natural.  Esta se situaba entre la secundaria técnica 10 y la Primaria Niños Héroes.  El chinibol, corriente mansa de aguas cristalinas y potable.  Todos los del pueblo, corrían felices con sus cántaros de agua, para lavar los alimentos, tomarla y bañarse cuando no se podia ir hacia el. Los de la técnica, eran afortunados, cada uno tenían su propio hoyo de barro y a los de la primaria, los consumía la desesperación  (sexto grado).  Mas no se les permitía o serían castigados por sus papás y la dirección escolar.   El Meco, la Pava, Lupe y Quincho, al escuchar la campana del recreo, saltaron la cerca que divide ambas escuelas y se internaron entre el chaparral hacia la poza del sol con gran seguridad; esto dá la pauta de  otras ocasiones y llegando…¡¡puunnn, agua!!,y a jugar bajos de ella al toca toca y al agarramelotodo;  luego surgir mero donde estan sus hoyencos y masturbarse en el.  ¡!pero ya los estaban cazando!! Checo llegó en silencio, recogió toda la ropa y las entrego al director y este mando por los papás de los chicos; esperaron a que sonara la campana para entrar a clases y estos asustados se acurrucaron entre el matorral al no encontrar sus ropas.  Cuando llegaron sus papás, las nalgas de los lujuriosos, parecían de mandril, por los cinturonazos y llevados a la plaza escolar, donde fueron exhibidos entre risas maliciosas de las chicas.  La peor parte le tocó al pobre Joaquín.  Y..adiós Poza del Sol y sus hoyitos de barros.

Revista Escribas