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Escribe Alfonso Naver Fundador del periódico “Antena” del Oriente de Michoacán, columnista en “Diario Amanecer” del Estado de México, cofundador de la revista “Vasos Comunicantes” en la Ciudad de México.


Altar 4. Actualmente en el Parque Museo La Venta. Foto Archivo

La Venta, zona arqueológica, ubicada en el municipio de Huimanguillo, a unos quince kilómetros de la costa del golfo de México y a 130 km al poniente de la ciudad de Villahermosa. Fue el centro ceremonial y poblacional más importante y principal sitio arqueológico de la cultura olmeca, su relevancia radica en su antigüedad (1200-400 a.C.), se le considera una de las primeras ciudades del antiguo México. Tuvo su época de apogeo entre 900 a. C. y 400 a. C. Se levanta sobre una isla en medio de la región pantanosa que forma el río Tonalá, que marca la frontera entre Tabasco y Veracruz. La superficie de la isla es de apenas unos 5.2 km², pero, se sabe que la antigua ciudad prehispánica de La Venta tenía una extensión de 200 hectáreas.

En el centro de la isla, los edificios forman una plaza en forma de rectángulo irregular, con una pirámide principal de 34 m de altura, 140 m de diámetro y su masa está calculada en 99,000 m³,​ siendo la pirámide más antigua de Mesoamérica, localizada en el centro, montículos y monumentos en el norte y en el sur. Su arquitectura monumental de tierra, su trazo planificado, su numeroso acervo escultórico de piedra y sus ofrendas de jade, han hecho que esta zona arqueológica tenga importancia aún en nuestros días.

Hasta la fecha se desconoce el nombre original del lugar. Se le nombró La Venta debido a que, según la tradición oral,  allí se realizaba la venta de maderas preciosas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

En el año de 1925, los arqueólogos Frans Blom y Olivier La Farge, descubrieron, con el apoyo de la Universidad de Tulane, a  este sitio histórico. Haciendo las primeras descripciones detalladas de esta ciudad prehispánica. Ambos personajes, elaboraron lo que ellos mismos llamaron un «burdo plano de la parte central del sitio arqueológico», dibujando en el mismo, las estructuras que localizaron, lo que fue de gran ayuda para exploraciones posteriores. Blom y La Farge, reportan una barda hecha de columnas de basalto y, dentro de ésta, una enorme escultura.

Las primeras excavaciones fueron realizadas por Matthew Stirling,  del Instituto Smithsoniano, en 1940,  junto con Philip Drucker,  avistando nueve esculturas más. ​Posteriormente, Stirling regresó en 1943 realizando nuevos hallazgos de estructuras y monumentos en la zona. Durante las excavaciones realizadas entre 1940 y 1941, se encontraron los principales monumentos de La Venta, tales como las 4 cabezas colosales, los altares, las tumbas, el mosaico del dios jaguar, y muchos más. En total, Stirling reportó el descubrimiento de 32 esculturas.

En la década de 1950, esta población comenzó a cobrar importancia, debido la revelación de importantes yacimientos petroleros en sus alrededores, lo que dio inicio a una muy fuerte actividad petrolera en la región, por lo que la mancha urbana comenzó a invadir la zona arqueológica. Por tal motivo, el escritor y político tabasqueño Carlos Pellicer, desarrolló un proyecto para trasladar las piezas colosales Olmecas a la ciudad de Villahermosa, a fin de salvarlas de la destrucción ocasionada por la actividad petrolera. El traslado de las piezas olmecas se realizó en los años de 1956 y 1957.

En los años años 60, Stirling realizó subsecuentes visitas a La Venta, en la que continuó encontrando más plataformas y diversas esculturas.

Stirling se acredita con identificar la cultura olmeca, aunque varios monumentos y lugares ya se habían descubierto, es el trabajo de Stirling el que pone a ésta  en contexto.

El arqueólogo estadounidense Robert Heizer, exploró La Venta junto con Philip Drucker, Robert J. Squier, y Eduardo Contreras en 1955, realizado importantes exploraciones en la zona. Una de las aportaciones más importantes de Heizer y su grupo, fue reportar el peso y dimensiones de las principales esculturas conocidas hasta esa fecha, como las cabezas colosales, los altares y las estelas.

Restos de construcciones en el complejo “A”. Foto Archivo

Dentro de las aportaciones de estos trabajos, se contó con un levantamiento topográfico detallado de la pirámide del Complejo C y parte del Complejo B, la planta arquitectónica del Complejo A, de la Acrópolis de Stirling y de los edificios colindantes al sur de esta. En 1968, Heizer levantó el «Trazo arquitectónico de La Venta», donde se localizó la ubicación de 46 esculturas, incluyendo algunas descubiertas en diversas exploraciones anteriores, y algunas habían sido trasladadas a Villahermosa, ya que de otras se desconocía el sitio exacto donde fueron encontradas.

Durante el año de 1980, la arqueóloga Rebecca González Lauck, dirigió un equipo arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que llevó a cabo excavaciones importantes en la zona. Entre 1984 y 1985 se llevaron levantamientos topográficos complementarios, que ampliaron considerablemente el conocimiento de los vestigios arqueológicos. Gracias a estos estudios, se descubrió la existencia de zonas habitacionales dentro de la ciudad prehispánica, que hasta antes se pensaba que solo había sido un centro ceremonial.

Los olmecas de La Venta importaron enormes moles de piedras de origen volcánico de las montañas de los Tuxtlas, Veracruz y de Chiapas, utilizadas exclusivamente para los monumentos, incluyendo las cabezas colosales, los «altares» y varias estelas; también importaban otras piedras verdes de Oaxaca y Puebla.  El tema principal de la escultura olmeca es la figura humana y en segundo término, las  compuestas que combinan rasgos humanos y de animales, creando imágenes fantásticas. En el recinto ceremonial de La Venta se encontraron numerosas ofrendas con objetos de jade, el cual fue trasladado de Guatemala.

La estructura más importante de La Venta es una pirámide construida con barro acumulado. Su planta es irregularmente circular, tiene un diámetro de  128 m y una altura de 31.4 m, no tiene plataforma en la cumbre, ni escalera, ni rampa. La superficie exterior tiene diez entrantes y diez salientes, y le dan a la estructura la forma de un molde de redondeado. La cantidad de barro que se empleó en su construcción es calculada en 100 mil m³, y es la pirámide más antigua de Mesoamérica.

Uno de los «altares» de basalto más sobresaliente es el que representa probablemente a un shaman vestido con indumentaria muy elaborada y sentando dentro de lo que parece una cueva. La figura se encuentra aferrada a una cuerda que envuelve la parte derecha del altar donde se encuentra la figura. El lado izquierdo está erosionado pero, se piensa era similar al derecho. Se cree que estos «altares» eran tronos en los cuales los olmecas utilizaban en ceremonias o rituales muy importantes. Esto conduce a interpretar la figura como un contacto con sus antepasados o recibiendo ayuda de estos.

Hoy el extremo meridional entero del sitio es cubierto por una refinería de petróleo y se ha demolido en gran parte, haciendo las excavaciones difíciles o imposibles.

Los olmecas tenían una organización política centralizada y una estructura social estratificada, y desde La Venta ejercieron el poder religioso, económico y político. La economía se fundaba en los tributos y en el monopolio del comercio, especialmente en la exportación de objetos suntuarios y la compra de materia prima como jadeita, piedra serpentina, plumas, pieles, basalto, y tal vez cacao.

Aunque es muy poco lo que se sabe de la estructura de la sociedad de la Venta, se define a partir del tamaño y la diversidad de la ciudad, que la sociedad local consistió en una élite, una clase de artesanos, y un nutrido grupo de trabajadores y agricultores que mantenían a las demás clases.

Se calcula que en La Venta existió una población de al menos de 18 000 personas en su fase principal de ocupación.

La evidencia más temprana de la domesticación de la planta de cacao, data de la cultura Olmeca desde el período Preclásico. De hecho, fueron los primeros humanos en saborear, en forma de bebida, las semillas de cacao molidas, las cuales mezclaban con agua y le añadían diversas especias, hierbas y guindillas, y también fueron quienes comenzaron a cultivarlo en México. ​ Lo usaban para rituales religiosos o como bebida medicinal, sin recetas para uso personal, aunque queda poca evidencia de cómo se procesaba la bebida.

Igualmente, fueron los primeros mesoamericanos en recoger y procesar el petróleo que brotaba de los yacimientos naturales (chapopoteasfalto o betún) localizados en las cercanías de esta ciudad. Era usado para la ornamentación, como pegamento, para sellar acueductos de basalto y las embarcaciones, como decoración de figurillas y en mangos de cuchillos; y como material de construcción, pues se utilizaba como recubrimiento de pisos, y tal vez de muros y techos, y en otros usos aún desconocidos.

La ciudad prehispánica, parece haber sido abandonada hacia el año 400 a. C. Según los arqueólogos, este repentino abandono, que fue el inicio del final de la cultura olmeca, pudo deberse a factores ambientales, como el cambio de curso de los cauces de los ríos, lo que ocasionó el colapso primero en San Lorenzo y después La Venta, llevaron a movimientos masivos de personas hacia otras regiones como El Petén o la costa del Pacífico.

La migración y posterior mezcla de la civilización olmeca con otros grupos, produjo un proceso de transformación y adelanto como la escritura y el calendario que dio origen a la cultura maya y a otras culturas de Mesoamérica. De hecho, se cree que los descendientes de los olmecas que emigraron a la zona de El Petén guatemalteco, posteriormente se mezclaron con la gente del lugar originando a los «protomayas». Durante esta migración, varios de estos grupos se quedaron y se asentaron en la llanura costera de Tabasco, en la región que más tarde sería conocida como la «Chontalpa» en el delta del entonces río Mezcalapa (hoy río Seco) y que desembocaba al golfo de México por la barra de Dos Bocas, dando origen de esta forma a los Mayas de Tabasco.

Tumba que contenía dos cuerpos humanos, Edificio A2.
Actualmente en el Parque Museo La Venta. Foto Archivo

En La Venta se ha definido la existencia de diez diferentes complejos arquitectónicos formados por 46 estructuras, los cuales fueron construidos por acumulación de tierra, arcilla y arenas que formaron las plazas, plataformas y montículos. Las plazas son de forma alargada y frecuentemente paralelas, delimitadas en sus extremos por estructuras cuadrangulares. Actualmente, dentro de la delimitación de la zona arqueológica, existen cinco complejos conteniendo 32 estructuras (Complejos A, B, C, D, y la Acrópolis Stirling), mientras que en las afueras, se localizan otros cinco complejos arquitectónicos (Complejos E, F, G, H, e I).

A decir de la arqueologa, Rebecca B. González Lauck el complejo A de La Venta “representa el ejemplo más elaborado de un recinto ceremonial de la civilización olmeca; refleja su alto grado de organización política, social, económica, ideológica y religiosa. Los hallazgos en ese conjunto arquitectónico –entre ellos cinco ofrendas masivas y más de 30 ofrendas con cerca de 3 000 objetos– marcaron la historia de la arqueología olmeca y nuestra concepción de lo olmeca en el sitio por casi medio siglo…“

En su última fase arquitectónica (700-600 a.C.) el Complejo A constaba de nueve plataformas construidas en su mayoría con tierra apisonada y dispuestas simétricamente –con una orientación de 8° al oeste– alrededor de dos pequeñas plazas o patios. Este conjunto arquitectónico representa el ejemplo más elaborado de un recinto ceremonial de la civilización olmeca y refleja el alto grado de organización política, social, económica, ideológica y religiosa de sus habitantes.

Este conjunto abarcó aproximadamente dos hectáreas, el Complejo A se construyó a lo largo de cuatro siglos (1000-600 a.C.) Tenía dos plazas, un patio que estaba junto al Complejo C y tres plataformas. En total, en este complejo, se han descubierto 5 tumbas, por lo que se cree que era un complejo funerario dedicado a los espíritus de los gobernantes olmecas fallecidos.

El Patio Sur, que colindaba con el Complejo C, albergaba tres plataformas (A-3, A-4 y A-5); dos de estas eran de planta rectangular y estaban dispuestas paralelamente, y entre ambas, hacia el extremo norte y cerrando la plaza, se encontraba la tercera plataforma (A-3). Las plataformas A-4 y A-5 medían más de 85 m de largo, 16 m de ancho y más de 2 m de altura, mientras que el Edificio A-3 tenía 32 m en su eje norte-sur, 24 m en su eje este-oeste y una altura de más de 2 m.

Al norte del Conjunto A estaba el llamado Patio Norte, delimitado por una cerca de columnas de basalto que terminaban entre dos plataformas. Dentro de este patio se encontraban tres plataformas. La construcción tuvo cuatro etapas: la primera (1000-900 a.C.), la segunda (900-800 a.C.), la tercera (800-700 a.C.) y la cuarta etapa (700-600 a.C.)

Dentro del Edificio A-2 se encontró una tumba construida por medio de columnas de basalto, la cual contenía los restos óseos de dos individuos jóvenes cubiertos con cinabrio y ofrendas de objetos de jade.

También fueron descubiertos en el Complejo A tres mosaicos (o pisos) rectangulares que tienen una dimensión aproximada de 5 por 6 m, y cada uno estaba constituido de 485 bloques de serpentina. Estos se encontraron dispuestos horizontalmente formando lo que algunos arqueólogos creen que es una máscara del dios jaguar muy abstracto, un tema común en el arte olmeca, aunque otros arqueólogos creen que se trata de una representación del dios Tlaloc.

En este complejo, también fue descubierto el llamado Monumento 19. Esta escultura en relieve es el ejemplar más antiguo de la serpiente emplumada conocida en Mesoamérica.

Complejo B

Es un espacio abierto localizado al sur del Complejo C, con una extensión de más de cuatro hectáreas de casi 400 m de largo y 100 de ancho, el cual era utilizado para ceremonias públicas, a diferencia del Complejo A el cual aparentemente era para la élite olmeca. Actualmente se exhiben réplicas de las esculturas monumentales que fueron encontradas originalmente en este espacio, entre las que sobresalen los Altares 4 y 5.

La plaza está delimitada al este por la “Acrópolis Stirling”, que se caracteriza por ser una enorme plataforma de tierra con más de 300 m de frente. En ella se han encontrado canales de piedra para el manejo de agua y fragmentos de esculturas indicando posibles talleres de manufactura, al igual que cuatro pequeños montículos llamados Estructuras B-1, B-2 y B-3.

En el centro de la plaza es encuentra una pequeña plataforma. La disposición de estas estructuras llevó a los investigadores a suponer que las plataformas alrededor de la plaza sirvieron como palcos, donde se representaban dramas rituales para ser vistos por los espectadores que se encontraban en la plaza. Este ritual también puede haber estado relacionados con los «altares», los monumentos y estelas halladas alrededor y dentro de la plaza.

Complejo C (La gran pirámide)

El Complejo C, llamado también «La Pirámide», es un gran basamento piramidal construido de arcilla de aproximadamente 30 metros de altura y 128 metros de diámetro, es la pirámide más antigua de Mesoamérica. Se calcula que la cantidad de barro que se empleó en su construcción fue de 100.000 m³. La superficie exterior tiene diez entrantes y diez salientes que le confiere a la estructura la forma de un molde redondeada y de superficie ondulada, única en su tipo.

En la cara sur de la pirámide se encontraron 6 esculturas labradas en bajorrelieve que muestran seres «sobrenaturales», (Monumentos 25/26,27,87,88 y 89) y la Estela 5, todos se exhiben actualmente en el Museo de Sitio.

Excavaciones recientes en el costado sur de la pirámide, indican la presencia de lo que puede ser la escalinata central, y las seis esculturas labradas en bajorrelieve encontradas, estaban distribuidas equitativamente a ambos lados de la escalera, los Monumentos 25/26 y 27 así como la Estela 5 en el lado este, mientras que los Monumentos 87,88 y 89 en el lado oeste de la escalinata.

Aunque la pirámide propiamente no ha sido excavada a profundidad, sin embargo, en el año 1967 con ayuda de un magnetómetro se detectó una anomalía en la parte más alta de la cara sur de la pirámide. Las especulaciones sobre lo que puede haber originado esa anomalía varían desde arcilla quemada hasta una serie de ofrendas enterradas en una tumba.

Complejo D

Está conformado por más de 20 plataformas de tierra, alineadas en tres ejes norte-sur. En los costados del Edificio D-8 se pueden observar dos ejemplares de magnífica manufactura pertenecientes al arte olmeca conocidas como “altares”. En el Edificio D-7 se localizaron tres esculturas monumentales de seres sobrenaturales, labradas en piedra arenisca, estas dan la bienvenida al visitante en el acceso principal del Museo de Sitio.

Edificio D-7

Este edificio no ha sido excavado en su totalidad, pero presenta características muy particulares, que lo distinguen de los demás edificios del sitio. A diferencia de las demás edificaciones del Conjunto D, este edificio no está alineado plenamente a la hilera de plataformas hacia el norte, sino que se encuentra ligeramente hacia el este, como si hubiera sido usado para cerrar un espacio. En la planta presenta una forma en «U» con la pared abierta hacia el norte, y tres de sus costados muestran taludes con una altura de 3.5 m mientras que su costado norte presenta una especie de rampa continua que se une al nivel más alto del edificio. Otro rasgo característico de este edificio, es la leve hondonada que posee en la parte central, como si se tratara de un pequeño patio hundido.

Sobre la superficie de este edificio, se encontró un conjunto de tres esculturas, llamadas Monumentos 52, 53 y 54 labradas en piedra arenisca de color café con tonos rojizos, de hecho, el arqueólogo Frans Blom reporta el descubrimiento de una de ellas, y posteriormente las otras dos esculturas fueron reportadas por los investigadores del Instituto Smithsoniano, quienes estudiaron los tres monumentos. Estas tres esculturas fueron de las pocas que no se trasladaron a Villahermosa en 1958, por lo que fue posible que en 1987 se realizaran excavaciones a su alrededor.

Rey o jefe de La Venta. Foto Archivo

Acrópolis Stirling

Llamada así en honor a su descubridor, el arqueólogo Matthew Stirling, es una gran plataforma de tierra de más de 300 metros de frente, de forma irregular, con una inclinación de poniente a oriete, y que consta de cinco lados. Esta enorme plataforma limita al norte con el Complejo C, al poniente con el Complejo B, y al sur con el Complejo D. En la parte superior cuenta con otras cuatro estructuras pequeñas. En extremo suroeste de la acrópolis se localizan dos estructuras circulares llamadas Estructuras AS-1 y AS-2, mientras que hacia el centro, fueron encontradas las otras dos estructuras esas si, de forma rectangular llamadas Estructuras AS-3 y AS-4 colocadas en forma paralela una de la otra y casi juntas, siendo la AS-3 la de mayores dimensiones. En la Acrópolis Stirling se descubrieron 9 monumentos y esculturas.

Fuera del área de la zona arqueológica, se han localizado otras estructuras y plataformas de arcilla que antiguamente formaron parte también de esta ciudad prehispánica. Dichas construcciones son:

Complejo E

Grupo integrado por tres pequeñas plataformas de tierra localizadas al norte del Complejo A.

Complejo F

Ubicado al norte de la zona arqueológica y al noroeste de las plataformas del Complejo E, se localiza este grupo de construcciones integrado por cuatro plataformas de arcilla de base rectangular.

Complejo G

Este grupo se localizó al noreste del Complejo C, y está integrado por dos plataformas de planta rectangular, por lo que se considera que hacia el noroeste también hubo más construcciones similares, sin embargo, debido a las alteraciones sufridas en el área, no existen vestigios de las mismas.

Complejo H

Se localiza al poniente del Complejo D, y está integrado por dos grandes plataformas de tierra hoy en día aisladas y circundadas por la mancha urbana de Villa La Venta, y son testimonios de la existencia de otras hileras de edificios hacia el poniente de la zona arqueológica.

Complejo I

Al noroeste del Complejo A y cruzando una carretera vecinal, se localizó una plataforma de arcilla la cual se encuentra actualmente aislada de la zona arqueológica y circundada por la población.

La extensión original de la ciudad era de 200 hectáreas, tal como se comentó al inicio,  sin embargo, solo un poco más de 100 han prevalecido a la destrucción a que estuvo sujeto el sitioa lo largo de los años, principalmente al haberse establecido un área urbana en la periferia de la zona arqueológica, y a la fragilidad de las construcciones, al tratarse de estructuras de arcilla. Aunado al hecho de que entre los años de 1950 y 1985, el sitio arqueológico sufrió severas modificaciones que destruyeron muchas de los conjuntos arquitectónicos y alteraron el contexto arqueológico de las esculturas, ya que muchas de ellas fueron desenterradas sin supervisión arqueológica, lo que impidió conocer su ubicación exacta. Además de que, en un censo levantado entre 1980 y 1990, se indicó que dentro de la periferia de la zona arqueológica, vivían más de 230 familias, con la consecuente destrucción y alteración de los vestigios arqueológicos de los complejos arquitectónicos que quedaron fuera del perímetro de la «zona nuclear» del sitio y de que  dos plataformas que se encontraban entre los Edificios D-1 y B-3 fueron destruidas al construir una escuela, lo que modificó la hilera de edificios que se inicia en el Edificio D-7 en el extremo sur del sitio arqueológico. Por otro lado, hacia el norte del Edificio B-1 y al oeste de la pirámide del Complejo C se logran distinguir los restos de una estructura cuya forma y dimensiones son difíciles de conocer, por lo que se presume que fue destruida parcialmente.

Cabezas colosales

El sitio de la Venta incluye diversas plataformas de arcilla coloreadas en rojo, amarillo y púrpura. Asimismo existen gran cantidad de esculturas monumentales en basalto. Quizás las más intrigantes sean las cabezas colosales. Han sido halladas diecisiete cabezas colosales, cuatro de ellas en La Venta (descritas oficialmente como Monumentos 1 a 4).

Monumento 1. Parque Museo La Venta. Foto Archivo

Monumento 1

Esta cabeza colosal llamada Monumento 1 es la cabeza colosal más famosa y conocida de la civilización olmeca, fue la primera en ser descubierta en La Venta en 1926, siendo encontrada unos metros al norte de las otras tres cabezas monumentales llamadas Monumentos 2,3 y 4. Las cuatro se localizaban 200 m al noroeste del Complejo A.

Esta cabeza colosal elaborada en basalto, es la segunda de mayor peso de todas las cabezas colosales olmecas encontradas a la fecha. Tiene una altura de 2.41 m, un ancho de 2.08 m, un grosor de 1.96 m, una circunferencia de 6.40 m, y un peso de 24 toneladas.

Monumentos 2, 3 y 4

Estas tres cabezas colosales, los llamados Monumentos 2,3 y 4, fueron encontrados en una fila irregular, a 200 m al noroeste del Complejo A, y se cree que marcaban la entrada norte de la ciudad. No se sabe si estas tres cabezas estaban asociadas a un edificio, ya que el área donde fueron encontradas, fue muy alterada con la construcción de la pista aérea y una carretera. Al igual que la cabeza colosal llamada Monumento 1, estas tres también fueron elaboradas en basalto.

Aunque las tres esculturas representan cabezas humanas, no son iguales, ya que presentan diferencias en tamaño, rasgos faciales e indumentaria. Las tres cabezas portan «cascos», sin embargo solo en los Monumentos 2 y 4 es posible leer las insignias. La más identificable es la del Monumento 4 que al parecer es una garra con tres dedos. Las tres cabezas portan orejeras de diferente forma y tamaño. Aunque las tres cabezas fueron esculpidas en basalto, al parecer solo el Monumento 4 parece haber tenido un recubrimiento.22​ Uno de los rasgos más característicos de estas tres esculturas, es que los labios están entreabiertos, pudiendo observarse los dientes frontales, como si hubieran sido esculpidos en el momento que hablaban, captando la actitud natural del momento.

El llamado Monumento 2 conocido popularmente como «carita sonriente» debido a su expresión risueña, es la de menores dimensiones, al tener 1.63 m de alto, 1.35 m de ancho, un grosor de 0.98, una circunferencia de 4.20 m y un peso de 11.8 toneladas. Esta cabeza es la que presenta el más avanzado grado de erosión, por lo que fue necesario trasladarla al Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara para que no estuviera a la intemperie.

El Monumento 3 a pesar de estar elaborada en basalto, también presenta cierto daño por la erosión. Tiene una altura de 1.10 m, un ancho de 1.60 m, un grosor de 1 m, una circunferencia de 4.05 m y un peso de 12.8 toneladas. ​

La cabeza colosal llamada Monumento 4, es la que presenta la mayor circunferencia de las 17 cabezas olmecas encontradas actualmente. Cuenta con una altura de 2.26 m, un ancho de 1.98 m, un grosor de 1.86, una circunferencia de 6.53 m, y un peso de 19.40 toneladas.

Se piensa que las cabezas fueron talladas en el 700 a. C., pero posiblemente daten desde 850 a. C., mientras que las cabezas de San Lorenzo datan de un periodo anterior. Las cabezas colosales pesan varias toneladas. Su tamaño causa especulación acerca de como los olmecas las movieron. La mina principal del basalto se encuentra en el cerro Cintepec en las montañas de Los Tuxtlas, Veracruz, a 80 km del lugar.

Monumento 3. Actualmente en el Parque Museo La Venta.
Foto Archivo

Cada una de estas cabezas posee un sombrero (parecidos a los cascos de fútbol americano de 1920). Estos cascos probablemente servían de protección en la guerra o en el juego ceremonial de pelota. Características tales como el grueso de los labios han originado muchas especulaciones acerca de su semejanza con tribus africanas. Algunos insisten que los olmecas eran africanos. Otros dicen que es posible que sea una libertad permitida en esculturas y no el aspecto real de los olmecas. Otros observan que además de amplios labios y amplias narices, las cabezas tienen ojos asiáticos.

Monumentos 52, 53 y 54

Este trío de esculturas fueron elaboradas en piedra arenisca color café con tonos rojizos y en ellas se representan figuras humanas en «cuclillas». En ellas, a diferencia de las cabezas colosales en las que se le da casi la misma proporción al casco y a la cabeza, en estas, se le da mayor espacio al casco y se hace un poco menos énfasis en la cabeza, mientras que el cuerpo ocupa una pequeña parte de la escultura. De hecho, debajo del rostro, se aprecian las rodillas flexionadas, los brazos también están flexionados, y se aprecia el volumen de los codos un poco arriba de las rodillas. El antebrazo está en posición vertical y se extiende hacia el casco como si lo estuviera deteniendo con el puño cerrado.

El Monumento 52 es el de menores dimensiones de estos tres, ya que cuenta con una altura de 2.60 m, un ancho de 1.80 m, un espesor de 1.30 m, y un peso de 14 toneladas.

La escultura llamada Monumento 53 es la de mayor peso encontrada en La Venta, teniendo 3.80 m de alto, 2.03 m de ancho, 1.70 m de espesor y pesar 37.5 toneladas.

Mientras que el Monumento 54 tiene 3.10 m de altura, 1.90 m de ancho, 1.30 m de grosor, y un peso de 17 toneldas.

Estas esculturas se encontraron juntas sobre la superficie del Edificio D-7. El Monumento 53 fue encontrado en la esquina sureste, el Monumento 52 en la esquina suroeste, y el Monumento 54 en la esquina noroeste. Los monumentos 53 y 54 se encontraron en posición horizontal con la cara hacia abajo, mientras que el 52 estaba casi sobre su costado. De acuerdo a la posición en que fueron encontrados, es muy probable que la cara del Monumento 53 estuviera mirando hacia el sureste, la del Monumento 52 daría hacia el suroeste, y la del Monumento 54 hacia el norte; de esta forma, el Monumento 52 que es el de menores dimensiones, estaría ubicado en medio de las de mayores dimensiones.

A diferencia de los Monumentos 1, 2, 3 y 4 que fueron hechos en basalto, los Monumentos 52, 53 y 54 fueron realizados en piedra arenisca, por lo que se encuentran más erosionados, de tal forma que apenas se logran apreciar algunos trazos de las insignias identificadoras, las oquedades de los ojos y el volumen protuberante de la nariz.

Es poco lo que se sabe de estos dos tríos de esculturas, pero parece evidente que una de las funciones que tenían era la de marcar los puntos austral y septentrional del área de arquitectura monumental del sitio, señalando los puntos principales de acceso de la ciudad. Pudiendo representar a individuos de alta jerarquía o linaje.

Los Altares

Restos de construcciones en el complejo. Foto Archivo

En La Venta se han encontrado ocho altares de basalto, siendo los más conocidos los Altares 4 y 5. Estos altares, con alrededor de 2 metros de altura y 4 metros de ancho, representan ambos una figura primorosamente vestida y tallada en el centro. El consenso actual es que estos «altares» son en realidad tronos en donde los dirigentes olmecas se sentaban durante las ceremonias o rituales importantes. Ambos fueron encontrados uno frente al otro en el Complejo B.

Altar 4

Se trata del altar de mayores dimensiones y el más conocido de La Venta. El Altar 4 tiene una altura de 1.94 m, un ancho de 3.18 m, un grosor de 1.69 m, y un peso de 30.57 toneladas. Representa una figura, probablemente un chamán vestido con indumentaria muy elaborada y sentando dentro de lo que parece una cueva. La figura se encuentra aferrada a una cuerda que envuelve la parte derecha del altar donde se encuentra la figura. El lado izquierdo está erosionado pero se piensa era similar al derecho.

Altar 5

El Altar 5 se encontró frente al Altar 4 y es parecido en apariencia y tamaño, cuenta con un alto de 1.58 m, un ancho de 2.08 m, un grosor de 1.86 m y un peso de 16.87 toneladas.27 En este altar, la figura central sostiene en su mano un bebé inerte conocido como hombre-Jaguar. El lado izquierdo del Altar 5 tiene cinco bajorrelieves de los míticos hombres-jaguar.

Altares 2 y 3

Altar 5. Actualmente en el Parque Museo La Venta

Estos altares fueron descubiertos en 1926, sobre la plataforma de la gran pirámide al sur del Complejo C. Aunque ambos altares fueron encontrados acostados sobre su dorso, sus caras darían al norte, y se encontraban alineados en un eje este-oeste, con el Altar 2 hacia el este, y el Altar 3 en el oeste. A pesar de estar elaborados en basalto, los dos altares presentan un alto grado de erosión.

El Altar 2 es el de menores dimensiones, tiene una altura de 1.25 m, un ancho de 1.46 m, un gorsor de 1.18 y un peso de 4.98 toneladas. La figura principal de este altar está labrada en altorrelieve, y se trata de una figura humana en posición sedente con las piernas entrecruzadas y emergiendo de un nicho, y en los brazos flexionados sostiene una figura infantil en posición horizontal.

El Altar 3 es de mayores dimensiones y peso que el Altar 2, cuenta con una altura de 1.64 m, un ancho de 1.66 m, un grosor de 1.76 m, y tiene un peso de 12.42 toneladas. Está elaborado en basalto, y tiene al centro labrada en altorrelieve una figura humana sedente, con las piernas flexionadas una hacia el frente y la otra hacia atrás emergiendo de un nicho. En el lado izquierdo del altar, se observa en bajorrelieve otra figura humana de pie, mientras que en el costado derecho se observan dos figuras humanas también en bajorrelieve en posición sedente en actitud de diálogo.

Las mayores dimensiones y peso del Altar 3 en comparación con el Altar 2, podría simbolizar como en otros casos, una mayor importancia de algún acontecimiento.

Se estima que estos «altares» eran tronos que los olmecas utilizaban en ceremonias o rituales muy importantes. Esto induce a interpretar la figura como un contacto con sus antepasados o recibiendo ayuda de estos.

Los «Mosaicos del dios jaguar»

Los olmecas de La Venta, tallaron grandes cantidades de piedra serpentina en forma de mosaicos. Se ha especulado que se trata de un dios «Jaguar», esta concepción deriva de las afirmaciones de Kunz y de Saville, así como de las obras del ilustrador Miguel Covarrubias en su libro «Arte indígena de México y Centroamérica». La misma idea aparece en «El Pueblo del Sol » de Alfonso CasoRubén Bonifaz Nuño, fundador del Seminario de Estudios Para la Descolonización de México, considera errónea la interpretación tradicional y la explica a partir de los mitos posteriores, como la imagen del Tláloc Originario; dos serpientes enfrentadas sobre un rostro de características antropomórficas, la más antigua concepción mesoamericana de la creación.

Dentro de la zona arqueológica se cuenta con un museo de sitio. Este museo es el único en la costa del golfo de México que presenta una visión global sobre la civilización olmeca, y exhibe maquetas, fotografías y más de 200 objetos descubiertos durante los trabajos de exploración en La Venta, que explican, en parte, la organización e ideología de los olmecas, al igual que su vida cotidiana en esta ciudad prehispánica.

Revista Escribas